CREENCIAS Y ENSEÑANZAS
El gnosticismo fue una corriente religioso-filosófica que se inició en el cristianismo durante sus primeros siglos. Su nombre deriva de la palabra griega gnosis, ‘conocimiento’, que los estudiosos le aplicaron en el siglo XVIII. Vieron ese movimiento como un intento de establecerse como la manera correcta de interpretar las enseñanzas cristianas. Estudiosos más recientes lo ven como una serie de versiones alternativas del cristianismo que emergieron durante los primeros siglos de la iglesia y que tuvieron una influencia significativa hasta al menos el siglo IV.
Los comienzos de lo que más tarde se desarrolló como ideas agnósticas se pueden ver dentro de las primeras comunidades cristianas. Pablo advierte a los cristianos de que no «atiendan a fábulas judaicas ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad» (Tito 1: 14). Los insta a mantenerse al margen de los que espiritualizan la resurrección, trastornando la fe de algunos» (2 Tim. 2: 18). También aconseja que deberían abstenerse de «profanas pláticas sobre cosas vanas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia» (1 Tim. 6: 20). Quizá para contrarrestar a algunos que negaban el hecho de la encarnación (esta herejía, el docetismo, deriva de una palabra que significa ‘parecer’), Juan comenzó su Evangelio diciendo que «el Verbo se hizo carne» (Juan 1: 14). Más tarde, el apóstol afirmó en una de sus epístolas que el verdadero conocimiento proviene de Dios y siempre reconoce que «Jesucristo ha venido en carne» (1 Juan 4: 2).
El origen del gnosticismo es oscuro y ha sido muy debatido. Pero es posible detectar la influencia de ciertas escuelas de filosofía griega, formas especulativas de judaísmo y rastro de varias religiones orientales como el zoroastrismo y, posiblemente, el budismo y el brahmanismo. Podríamos considerar el gnosticismo como la helenización del cristianismo.
La mayor parte de las evidencias sobre el gnosticismo provienen de dos fuentes: ciertos manuscritos antiguos que lo enseñaban, a partir de mediados del siglo II, y las respuestas de los maestros cristianos que buscaron refutarlo. Una obra titulada El Enoc etíope, escrita por diversos autores judíos durante quizá dos siglos, refleja algunos de los conceptos gnósticos en desarrollo. La arqueología ha descubierto varios documentos, en especial en Egipto, cuyos contenidos exhiben ideas gnósticas. Entre los defensores del movimiento hubo nombres como el de Saturnino, promotor del gnosticismo sirio; Basílides, inspirado por el gnosticismo egipcio; y Valentino, quizá el exponente más representativo del pensamiento gnóstico.
Las diversas ramas de gnosticismo tenían algunas doctrinas en común, pero a menudo sostenían ideas contradictorias. Por ejemplo, respecto a la naturaleza divina y el comienzo de las cosas, podían diferir significativamente. Muchos afirmaban que la creación era un error, que la materia era inherentemente mala, y que una deidad más baja fue autora de Antiguo Testamento y sus leyes.
Valentino presentó sus ideas primero en Alejandría y luego en Roma. De lo que podemos reconstruir a partir de los escritos de sus oponentes, creía que Jesús era principalmente un revelador del conocimiento que libraría a sus seguidores de la ignorancia. También sostenía que la armonía primordial fue quebrantada cuando Sofía (Sabiduría) produjo por error el Demiurgo, equiparado normalmente con el Dios-Creador del Antiguo Testamento.
Saturnino promovió el dualismo persa o la lucha entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas. En la frontera de las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, había siete ángeles bajo las órdenes de un ser que era el Dios de los Judíos. La Deidad Suprema envío un ser redentor con semejanza humana (Jesús), quien ha llegado a ser el maestro y el guía de los hombres.
Algunos han considerado que Marción era gnóstico porque se rehusó a reconocer que el Dios del Antiguo Testamento era el mismo que el del Nuevo Testamento. En su lugar el Dios del Nuevo Testamento era una deidad de amor, mientras que el Dios el Antiguo Testamento (Jehová) era un ser de ira y venganza, siempre listo a castigar con severidad. Según esa visión, Marción consideraba a Jehová como un intermediario entre el Dios Supremo y el mundo material o Demiurgo.
Parte del pensamiento gnóstico tendía a ver a Jesús como ser humano, producido a través de la actividad creadora del par divino formado por Cristo y el Espíritu Santo. La encarnación no fue real. El Jesús hombre, en el momento de su bautismo, recibió la naturaleza divina de Cristo, que lo acompañó durante su ministerio. Esa deidad abandonó a Jesús antes de su sacrificio en la cruz.
Gran parte del gnosticismo enseña que los seres humanos consisten en materia física creada por el Demiurgo. La materia, siendo mala, se opone naturalmente a Dios. El alma, que es en esencia divina, permanece aprisionada en el cuerpo material. Sobre la base de esta manera de conceptualizar la naturaleza humana, el gnosticismo reconocía tres clases diferentes de personas. Los hílicos, que son carnales y para quienes no existe esperanza de salvación. Los psíquicos tienen una chispa divina y pueden alcanzar la salvación al imitar a Jesús. Los gnósticos son seres espirituales dotados con almas, que pueden alcanzar el verdadero conocimiento y para quienes está reservada la salvación. La enseñanza gnóstica también afirma que los que pertenecen a esta última clase de persona poseen una virtud secreta o conocimiento misterioso, que es inaccesible para los demás.
La idea gnóstica de la redención se enfoca en la liberación del alma de su conexión con el mundo material. Uno alcanza la salvación a través del «conocimiento», la gnosis, cuyo principal objetivo es unir el ama con Dios. La mayoría de los gnósticos creían que era necesario llevar una vida de ascetismo rígido que incluía la negación de toda sensualidad. Condenaban el matrimonio y la procreación como malignos. Para el gnosticismo, el pecado es un estado de contaminación que puede ser removido mediante la práctica de los preceptos gnósticos. Llegará el punto en que la armonía del universo finalmente será restaurada después de la destrucción total de la materia.
En resumen, el gnosticismo rechazaba la revelación de Dios; por el contrario, interpretaba la realidad a través de una combinación de razón y sincretismo religioso. Sostenía que la creación «buena en gran manera» de Dios (Gén. 1: 31) era mala y convertía a Jesús en poco más que un maestro esotérico. Como tal, se convirtió en una amenaza poderosa para el cristianismo bíblico.