PRÁCTICAS RELIGIOSAS
Durante la Edad del Hierro (1200-586 a. C.), eran comunes los centros locales de culto y adoración, incluso los sagrarios domésticos. Para identificar este tipo de centros de adoración, los arqueólogos buscan artefactos, como vasijas de arcilla, figuras y modelos arquitectónicos dedicados al culto. Aunque tales modelos arquitectónicos estaban hechos principalmente de arcilla, algunos también se fabricaban en bronce, madera, piedra caliza y basalto, y han aparecido en casi todas las excavaciones arqueológicas realizadas en Israel y Jordania, así como en lugares como Chipre, Egipto, Siria, Grecia y Roma. Aparecieron ya en el período neolítico y su producción parece haber continuado en numerosas culturas hasta los tiempos modernos. Estos modelos arquitectónicos, que incluyen sagrarios y altares cultuales en miniatura, se convirtieron en una característica prominente de las prácticas de adoración de la Edad del Hierro en el sur del Levante.
Los arqueólogos los reconocen por su apariencia general, normalmente parecida a un receptáculo cilíndrico o globular o una caja rectangular o cuadrada que se asemeja a réplicas en miniatura de casas o templos idealizados. Los académicos, sin embargo, no entienden exactamente cuál era su propósito o finalidad. Sus múltiples suelos, pórticos, puertas y ventanas, columnas laterales y pinturas son, claramente, elementos arquitectónicos. Sus tejados pueden ser redondeados o planos, coronados por un recipiente para el incienso o un altar de cuernos, o pueden faltar por completo. Algunas estructuras son lisas con aberturas simples, mientras que otras tienen una iconografía extensa aplicada, incisa o pintada en forma de figuras, seres compuestos, elementos arquitectónicos decorativos y varios símbolos. Sin embargo, cada uno es único e indica la naturaleza individualizada de los objetos. Aunque tales modelos se parecen a edificios o templos, no son necesariamente réplicas de estructuras reales. Más bien, lo que les otorgaba importancia era la naturaleza sagrada atribuida a tales modelos. También pueden haber ayudado a perpetuar la existencia de varios sitios religiosos, así como alentar la devoción de quienes poseían o dedicaban estos modelos.
Si bien los artefactos por sí mismos dicen poco sobre cómo los usaban las personas, las representaciones encontradas en impresiones de sellos, relieves y pinturas arrojan luz sobre su propósito. Los receptáculos cilíndricos son comunes en Egipto y en Mesopotamia, donde a menudo aparecen delante de una deidad o un rey sentado, como un recipiente para sus libaciones o diversas ofrendas de comida. Los sellos cilíndricos de Babilonia representan sagrarios o altares en formas de casas (rectangulares o cuadrados) que parecen estar involucrados en rituales relacionados con la agricultura. Desafortunadamente, los arqueólogos todavía no han encontrado ninguna fuente textual antigua que trate sobre la creación o el empleo de tales réplicas. Además, la forma en la que las culturas circundantes pueden haberlos usados no demuestra que los israelitas, si es que los tuvieron, los hubieran empleado de la misma manera. Sin embargo, la Biblia sí menciona los altares de incienso y advierte contra el ofrecimiento de incienso sobre ellos, una práctica ampliamente empleada en Egipto y en el Levante. El libro de Éxodo (véase Éxo. 30: 9 y 37: 25) hace numerosas referencias al incienso y a la práctica de ofrecerlo sobre altares de madera y oro.
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