PUEBLOS Y NACIONES
Aunque Israel no tuvo una relación directa con el mundo griego durante muchos siglos desde su asentamiento en Canaán, las corrientes sociales, económicas y políticas del mundo griego influyeron en el pueblo de Dios de formas más sutiles a través del comercio y otros contactos con el Próximo Oriente Antiguo. Algunos de esos factores incluso favorecieron el crecimiento del cristianismo.
Según la Biblia, los orígenes de Grecia se remontan al nieto de Noé, Javán, hijo de Jafet (Gén. 10: 2, 4). Las Escrituras parecen referirse al mundo griego como las «islas» o «costas» (Sal. 72: 10; Eze. 27: 7, 15; Est. 10: 1). La arqueología ha descubierto, en tumbas tebas, pinturas egipcias que representan a los egeos, una indicación de sus extensas redes comerciales. Los egipcios también se refirieron al mundo griego como «las islas en medio de los Grandes Verdes». El libro de Daniel presenta al Imperio greco-macedonio tomando el poder del Imperio persa para ser posteriormente destronado por Roma (Dan. 2: 39-40; 7: 6-7, 17; 8: 3-9, 20-23).
El mundo griego tiene una larga historia. El creciente desarrollo e influencia de la agricultura a medida que se extendía desde Anatolia durante los milenios anteriores hizo que el culto a las diosas madres fuera dominante hasta aproximadamente 1950 a. C. Los agricultores colocaban estatuillas neolíticas de Venus en los campos y cerca de los rebaños para promover la fertilidad.
Alrededor de 1950 a. C., las deidades masculinas comenzaron a tener la prioridad, pero continuaron los muchos temas de las religiones de la fertilidad. Los arqueólogos han encontrado una escena de sacrificio pintada en un sarcófago de piedra caliza, en una tumba de Hagia Triada (Creta). Las hambrunas, las guerras y los desastres naturales indujeron a muchas personas del continente griego y las islas a emigrar hacia el sur, a Palestina y Egipto. Los filisteos, con los que Israel tuvo que luchar durante tantos siglos, eran uno de esos grupos.
La idea de la ciudad autónoma (la polis) comenzó a desarrollarse en el mundo griego. Se intensificaron los cultos públicos y el culto a los héroes. Las competiciones deportivas en honor a los dioses se remontan a 776 a. C. Los oráculos o lugares donde la gente podía consultar a los dioses estaban aumentando, especialmente en Delfos. Los teatros prosperaron, representando tragedias, comedias y dramas satíricos, todos imbuidos de elementos religiosos. La literatura estuvo igualmente inmersa en la religión cuando Homero (La Ilíada y La Odisea) y Hesíodo (Teogonía y Trabajos y días) escribieron sus obras más influyentes. El arte sirvió a la religión construyendo templos para los dioses y representando temas religiosos a través de esculturas y pinturas en cerámica. La filosofía hizo su aparición con los primeros grandes pensadores, los presocráticos.
Las dos victorias de Grecia sobre el Imperio persa preservaron la democracia y permitieron su desarrollo posterior. La ciudad de Atenas jugó un papel destacado en la derrota de los persas. Las desastrosas guerras contra los griegos pueden haber sido el trasfondo de algunos de los acontecimientos del libro de Ester. Los banquetes que describe este libro pueden haber sido el intento del rey persa para distraer a la nación de su fracaso en sofocar las revueltas griegas. En la propia Grecia, como resultado de la guerra fratricida del Peloponeso, las enseñanzas de los sofistas comenzaron a socavar las creencias tradicionales en los dioses, alentando el racionalismo y la filosofía.
El período de dominación de Macedonia sobre todo el mundo griego condujo a más años de guerra contra los persas, luego entre los herederos del imperio de Alejandro y, posteriormente, contra Roma, que estaba en expansión. Cada vez más, una sensación de malestar fue fomentando la inestabilidad social y el cuestionamiento religioso. Los cultos religiosos griegos fallaron cada vez más en satisfacer las necesidades de los adoradores individuales. Las religiones orientales, que enfatizaban la salvación eterna y una relación individual entre la deidad y los fieles, se volvieron atractivas para los griegos. Para honrar mejor al dios que habían elegido, los fieles se unían en asociaciones en las que podían sentirse hermanos. Tales hermandades unían a hombres y mujeres, adultos y niños, personas libres y esclavos. Restaban importancia a las diferencias sociales, pues sus miembros estaban unidos en su adoración de la deidad particular que habían elegido (cf. Gál. 3: 28; Rom. 10: 12). Tales conceptos prepararían a la cultura griega para el mensaje cristiano.
La historia del mundo griego se cruza más directamente con la de Israel por primera vez durante la conquista de Palestina por Alejandro Magno. Sus generales dividieron el imperio después de su muerte y lucharon entre sí por el control de su territorio. Palestina estuvo bajo el dominio de los ptolomeos al principio y luego de los seléucidas. Estos conflictos están profetizados en Daniel 11 y narrados en los libros de los Macabeos. La cultura griega que Alejandro había difundido, comúnmente conocida como helenismo, moldeó y amenazó la identidad de los judíos de Palestina y luego afectó al cristianismo naciente.
Algunos de los apóstoles de Jesús tenían nombres griegos, como Felipe y Andrés (Mat. 10: 2). Algunos griegos que habían ido a Jerusalén pidieron ver a Jesús. Se acercaron a Felipe, quien habló con Andrés, y juntos los llevaron a Jesús (Juan 12: 20-23). Cuando descendió el Espíritu Santo en Pentecostés, había judíos de habla griega entre los primeros conversos (Hech. 2: 11). Mientras la iglesia luchaba con los problemas creados por su rápido crecimiento, los apóstoles eligieron a un grupo de siete hombres, todos helenistas con nombres de origen griego, y los designaron para que distribuyeran los alimentos entre los primeros creyentes (Hech. 6: 1-7). Los griegos estaban familiarizados con las asociaciones, tenían experiencia en la conducción de reuniones religiosas y en la organización de ayuda mutua. Durante sus primeros viajes misioneros, Pablo estableció las primeras iglesias en el mundo cultural griego (Hech. 14: 1, 17: 4, 19: 17) y alentó la comunión cristiana entre judíos y griegos a través de una colecta para los pobres de Jerusalén (Rom. 15: 25-31; 1 Cor. 16: 1-4; 2 Cor. 8: 1–9: 15; Gál. 2: 10).
Cline, The Oxford Handbook of the Bronze Age Aegean.
Amouretti y Ruzé, Le monde grec antique.