PUEBLOS Y NACIONES

Los heteos—Éxodo 3: 8

Los heteos (o hititas) fueron un pueblo antiguo que habitó la región de Anatolia, también conocida como Asia Menor, la actual Turquía, antes del año 1700 a. C. Según Génesis 10: 15, los heteos eran los descendientes de Het, el hijo de Canaán, que era el nieto de Noé a través de Cam (Gén. 10: 1, 6). El Imperio heteo de Anatolia Central desempeñó un papel importante en la historia del Próximo Oriente Antiguo, sobre todo en su lucha contra Egipto. Sin embargo, la Biblia no hace referencia ni a él ni a su pueblo de manera directa, aunque sí menciona como heteos tanto a un pueblo que habitó en el Levante desde la época patriarcal hasta el éxodo y la conquista, como a los pueblos y los reinos neo-heteos de Siria del primer milenio. Los eruditos han tenido dificultades a la hora de determinar quiénes eran exactamente, sobre todo aquellos de los primeros períodos. Algunos académicos creen que las Escrituras emplean el término «heteos» de manera peyorativa para referirse a los preisraelitas, un punto de vista aparentemente corroborado por Ezequiel 16: 3, 45. Allí el profeta recuerda a los habitantes de Jerusalén sobre la población preisraelita de la ciudad, que incluía a los heteos. Otros afirman que una fuente hetea habla de la migración de los heteos a «Egipto», lo que podría significar los territorios controlados por los egipcios, incluido Canaán. 

Algunos de los primeros grupos etiquetados como heteos habitaban el vecindario de Hebrón durante la época de Abraham (Gén. 15: 18-20). El patriarca compró un sepulcro, la famosa cueva de Macpela, de Efrón, el heteo (Gén. 23: 3-20). Dos de las esposas de Esaú probablemente pertenecían a estos heteos (Gén. 26: 34; 36: 2). Rebeca estaba profundamente disgustada con las esposas que su hijo había elegido y quería evitar que su otro hijo, Jacob, se casara con una mujer hetea (Gén. 27: 46).

Las Escrituras hablan de los heteos durante la invasión israelita de Canaán (Éxo. 3: 8). Los espías que Moisés había enviado para inspeccionar la tierra de Canaán encontraron allí a los heteos que vivían en la región montañosa (Núm. 13: 29). El libro de Josué registra que los heteos se opusieron a los israelitas durante la conquista de la Tierra Prometida (Jos. 9: 1-2; 11: 3). Según Jueces 1: 26, cuando los espías israelitas liberaron al hombre que les había indicado la entrada a la ciudad de Bet-el, este se fue a la tierra de los heteos y allí edificó una ciudad llamada Luz. Parece que los heteos permanecieron en la tierra y, en algunos casos, se casaron con los israelitas tras la conquista y la división de la tierra entre las tribus de Israel.  También siguen apareciendo en otros lugares de la Biblia. El rey David tenía valientes soldados heteos en su ejército, incluidos Ahimelec, el heteo (1 Sam. 26: 6), y Urías, el heteo, a quien David mató por su esposa Betsabé (2 Sam. 11). El rey Salomón se casó con mujeres heteas (1 Rey. 11: 1) y sometió a algunos heteos a trabajos forzados (1 Rey. 9: 20-22). Lo más probable es que las esposas heteas de Salomón fueran princesas de las ciudades-estado heteas del norte de Siria. Es muy posible que Salomón tuviera extensos tratos comerciales con sus reyes (1 Rey. 10: 29; 2 Crón. 1: 17). En una ocasión, un ejército sirio levantó el sitio de Samaria y huyó porque pensaba que los reyes de los heteos estaban viniendo para ayudar a los israelitas (2 Rey. 7: 6). 

En cuanto al propio Imperio heteo, los heteos entraron en la parte centro oeste de Anatolia a partir del siglo XVIII a. C., posiblemente incluso un siglo antes. Hablaban un idioma indoeuropeo. Su límite occidental era el Halis, un río que nacía en las montañas ubicadas en el oeste de la Anatolia Oriental y luego fluía hacia el suroeste antes de girar hacia el norte para desembocar en el mar Negro. 

Los historiadores aún no comprenden del todo el complejo desarrollo de la cultura hetea. Los inmigrantes indoeuropeos se integraron rápidamente en la población local de Anatolia para dar forma a lo que más tarde sería el Imperio heteo. Un gobernante llamado Anitta encontró una inscripción hecha por un dirigente en la capital hetea de Hattusa. Cuenta como su padre, Pithana conquistó la ciudad de Nesa de la Anatolia Occidental a mediados del siglo XVIII a. C. La presencia de sus nombres en los documentos comerciales asirios sugiere que ambos gobernaron en Nesa. Más tarde, Anitta conquistó Hattusa y la quemó. No obstante, la existencia de una brecha histórica entre Anitta y el Reino Antiguo heteo ha llevado a algunos a dudar de la pertenencia de los dos gobernantes a la cultura indoeuropea. 

Pero lo que es más seguro, desde el punto de vista histórico, es que Labarna, el primer rey heteo conocido, formó una nueva dinastía. Alrededor del año 1450 a. C., surgió otra dinastía con Šuppiluliuma como rey.

Durante un tiempo, los heteos gobernaron no solo la parte central/occidental de Anatolia, sino también el norte de Mesopotamia, Alepo y muchos territorios sirios. También atacaron Babilonia y amenazaron al Imperio egipcio. Un tratado hallado en las cartas de Amarna habla de un rey que cambió su alianza política con Egipto a favor de los heteos, aunque los heteos y los egipcios acabarían enfrentándose en una gran batalla (que probablemente, en el mejor de los casos, acabó con un empate). En 1284, Hattusili III firmó un tratado con Egipto. En 1271, ofreció a su hija como esposa a Ramsés. 

Las capas de ceniza de varios sitios arqueológicos registran la posterior destrucción del Imperio heteo, pero no revelan cómo ni a mano de quién. En 1190 a. C., Ramsés III menciona el ataque de los «pueblos del mar» que se apoderaron de todos los países «empezando por Hatti».

La religión y la cultura heteas siguen siendo un tanto desconocidas. Los heteos se referían a su panteón como a «los mil dioses», aunque a los eruditos todavía les queda por encontrar tantos nombres divinos. Los heteos adoraban a una asamblea de deidades que adoptaron de cultos locales y extranjeros. La gente adoraba a cada deidad en el idioma de su origen. La cabeza masculina del panteón era un dios de la tormenta y la cabeza femenina una diosa solar. Los dioses heteos estaban representados por sus animales tótem, sentados sobre sus lomos o entronizados entre ellos. Eran retratados desde el punto de vista humano: necesitaban comer, dormir y tener relaciones sexuales. Nacían y podían ser asesinados y, aunque compartían características y deseos humanos, poseían un mayor grado de poder y conocimiento que los humanos. Cada rey tenía su propia deidad protectora. 

El conocimiento sobre la sociedad hetea ha aumentado desde que se descifraron las tablillas cuneiformes encontradas a principios del siglo XX en Bogazkoy (antigua Hattusa), Turquía. Los heteos poseían minas de hierro y durante algún tiempo mantuvieron el monopolio de la producción de herramientas y armas de hierro, contribuyendo al inicio de la Edad del Hierro. Los sitios heteos incluyen algunas ubicaciones que más tarde llegaron a ser centros prominentes del cristianismo, como Tarso, Iconio y Listra. 

Jewish Virtual Library, “Encyclopedia Judaica: Hittites”.