PERSONAJES DE LA ANTIGÜEDAD

Canaán y los cananeosGénesis 10: 31

El nombre Canaán se refiere por lo general a las tierras costeñas a lo largo del mar Mediterráneo, desde el Líbano hasta la frontera con Egipto. Las listas de sus fronteras en la Biblia cambiaron un tanto con el tiempo (Deut. 1: 7; 11: 24; Jos. 1: 4). Los documentos extrabíblicos también asignan diversas fronteras a la tierra de Canaán. El mar Mediterráneo servía de frontera occidental y la frontera oriental era Transjordania, Basán, el río Jordán y el mar Muerto más al sur. Esas fronteras corresponden con las descripciones que hace el Antiguo Testamento de Canaán en Números 34: 1-12 y de la futura herencia de Israel que se menciona en Ezequiel 47: 13-20; 48: 1-7, 23–29. La tabla de naciones de Génesis 10: 19 presenta una Canaán más restringida, una que se extiende desde Sidón en el norte de Gaza en el sur y a la región de Sodoma y Gomorra en el este.

La mención más temprana conocida de Canaán aparece en una carta de Mari, en la que un hombre se queja de «los ladrones y los cananeos» que infestaban su pueblo. La lista de un botín de Amenofis II (1425-1397 a. C.) informa que había deportado a cananeos. Los Textos de Amarna mencionan a Canaán varias veces. La «estela de Israel» del faraón Merneptah menciona a Canaán como una de las tierras que había conquistado.

El término «cananeos» parece ser una referencia más general a los habitantes de la tierra, antes que a un grupo étnico específico (cf. Éxo. 15:15). Aparentemente, una gama diversa de personas ocupaba la región. Las listas bíblicas de varios pueblos que vivían en la región incluyen grupos como los hititas, los amorreos, los gergeseos y los heveos, además de las poblaciones de pueblos específicos (Gén. 15: 19-21; Núm. 13: 29; Jos. 5: 1; 11: 3; cf. Gén. 10: 15-19). También indican que los cananeos vivían en su mayoría a lo largo de la llanura costera y en los valles de Jezreel y el Jordán (Núm. 13: 29; Deut. 1: 7; Jos. 5: 1; 13: 3; 17: 15-18; Jue. 1: 1-36). Los cananeos y los amorreos relacionados con ellos se habían establecido en Siria-Palestina para el año 2000 a. C. y habían dividido la región en varias ciudades-estados. Los pueblos más antiguos de la región tienen nombres cananeos, como por ejemplo Megido, Betsán, Jericó y Beth Yerah.

Dado que el Levante era un puente de tierra entre las importantes civilizaciones de Egipto y Mesopotamia, por allí pasaban varias rutas de comercio internacional. Sus pueblos se mostraban tan activos en el comercio, hasta el punto de que las Escrituras a menudo usan el término «cananeos» como una expresión para referirse a mercaderes (Isa. 23: 8; Zac. 14: 21; cf. Sof. 1: 11). Un grupo de habitantes de Canaán, los fenicios, establecieron extensas redes y puestos de comercio en todo el Mediterráneo. La mayoría de las personas, sin embargo, trabajaba como agricultores de subsistencia. La sociedad era básicamente feudal, con personas que tenían la tierra por autorización del rey de la ciudad-estado local, que gobernaba sobre grupos de los pueblos más grandes y sus aldeas y suburbios afiliados (véase las listas en Jos. 13–19). Egipto controló la región hasta la llegada de los pueblos del mar. Uno de esos pueblos, los filisteos, llegaría a dominar las llanuras de la costa.

A pesar de la diversidad étnica de la tierra, los cananeos todavía compartían muchas similitudes de idioma, costumbres y prácticas religiosas. Textos que sobreviven de la Antigüedad indican que el idioma cananeo pertenecía a la familia noroccidental de las lenguas semíticas. Al igual que otros pueblos del Próximo Oriente Antiguo, los cananeos eran politeístas. Las familias individuales adoraban a dioses y diosas ancestrales, si bien reconocían la existencia de otras deidades. La religión cananea contaba con un extenso panteón de deidades, comandadas por El. Otros dioses incluían a Baal, Asera (Astarté), Anat, Moloc, Zedek y muchos otros.

El dios Baal ocupaba una posición única dentro del pensamiento religioso cananeo. Las personas consideraban que el ciclo de las estaciones y el regreso regular de la fertilidad agraria eran obra de Baal. Él era el dios de la lluvia y las tormentas. A diferencia de Egipto y las regiones a lo largo de los ríos Tigris y el Éufrates donde los agricultores podían regar sus campos, los que vivían en Palestina tenía que depender de la incierta estación de las lluvias para regar sus cosechas. Por ello, les preocupaba la fertilidad de la tierra. Cuando Israel se estableció en la región, tuvo que luchar con las mismas preocupaciones. Como resultado, las prácticas religiosas de los cananeos, en especial de los que buscaban garantizar la fertilidad de la tierra y sus cosechas y rebaños, se volvieron especialmente atractivas para los israelitas. La Biblia tuvo que referirse continuamente a la fascinación israelita con las deidades y los rituales de fertilidad de los cananeos. Los profetas tuvieron que recordar a Israel que el Dios del cielo y la tierra era la verdadera fuente de la fertilidad y la prosperidad de la tierra. Los adoradores cananeos de Baal podían afirmar que él era el «jinete de las nubes», el que traía la lluvia necesaria, pero el Yahvé de Israel era «el que cabalga sobre los cielos» (Sal. 68: 4; cf. Sal. 104: 3).

A lo largo de los siglos, los cananeos contrajeron matrimonio con los israelitas, los pueblos del mar y otros grupos étnicos adicionales que más tarde se establecieron en la región y, de esta manera, habrían sido absorbidos dentro de la población de Palestina. A pesar de ello, estudios recientes del ADN extraído de los huesos descubiertos en los entierros antiguos de los cananeos indican que sus descendientes aún tienen una presencia sólida en la zona del Líbano moderno.