USOS Y COSTUMBRES
Al igual que en la mayoría de las sociedades, ya sea antiguas o modernas, el matrimonio era el fundamento de la organización social para el pueblo hebreo. La sociedad patriarcal estaba centrada en el «pacto» entre Dios y Abraham (Gén. 12: 2-3; 15: 18). El estudio del matrimonio en las Escrituras nos ayuda a comprender la esencia de la comunión divino-humana según se expresa en la imagen del «pacto».
La poligamia llegó a estar regulada bajo condiciones estrictas en la ley de Moisés (Deut. 21: 15-17). En general, el pueblo de Israel practicaba la costumbre de la endogamia, prefería uniones maritales entre personas de la misma familia, clan o tribu. (Esto también mantenía la tierra y otros recursos dentro de una unidad específica de parentesco).
Un aspecto importante del matrimonio del Antiguo Testamento era su carácter económico. Los contratos matrimoniales hallados en las ruinas de la antigua ciudad de Nuzi confirman que el interés fundamental de la institución era el valor de la mujer para la nueva casa. Esto se ve en los pasos que incluía una boda: la elección de una esposa, la negociación de un contrato matrimonial entre las familias del novio y la novia, el precio de la novia, la dote y la celebración del matrimonio.
Los padres, por lo general, seleccionaban a quién de sus hijos o hijas casarían, según lo ilustra la elección de una esposa para Isaac (Gén. 24: 37-38). La negociación del contrato matrimonial era el momento en el que los dos matrimonios de padres acordaban el matrimonio y se encargaban de los detalles, como, por ejemplo, determinar qué pasaría en caso de divorcio. También incluye una negociación del pago de posibles deudas y lo que el novio o su familia pagaría a los padres de la novia. El ‘precio de la novia’ o mohar consiste en el pago que hacía el novio de la pérdida económica causada cuando la novia dejaba a la familia. En las sociedades de Mesopotamia, durante el período patriarcal, el mohar (en acadio, terhatu) sin duda representaba el ‘precio de la novia’. Sin embargo, en la sociedad israelita, el mohar tiene una significación más social que la estrictamente comercial. El monto correspondiente al mohar era fijado por el padre de la novia (Gén. 34: 11) y pagado en joyas o «séqueles» de plata.
Un valor básico para el mohar era de cincuenta «séqueles» de plata (Deut. 22: 29). Hallamos un valor similar registrado en un documento arqueológico dejado por el faraón Amenofis III en el que el gobernante acordó pagar cincuenta «séqueles» de plata por una mujer de Gezer. A pesar de ello, varios documentos nuzis afirman que el valor promedio del terhatu era de cuarenta piezas de plata. En ocasiones, se podía cubrir el monto estipulado a cambio de trabajo, según lo demuestra la experiencia de Jacob (Gén. 29: 18).
La «dote» o contribución de la familia de la novia, en particular por parte del padre, era considerada como su parte en la herencia de la familia, una que adquiría antes de la muerte real del padre. Rebeca recibió algunos siervos como parte de su «dote» matrimonial (Gén. 24: 61) y las dos hijas de Labán recibieron lo mismo (Gén. 29: 24, 29). En otra ocasión, la «dote» consistió en un terreno, según fue el caso de la hija de Caleb en el momento de su matrimonio (Jos. 15: 18-19).