TIERRAS Y LUGARES
Betel, cuyo nombre significa ‘casa de Dios’, fue una ciudad relevante en Israel, a menudo como lugar de altares exclusivos y de culto. Aparece por primera vez en la Biblia en Génesis 12: 8, cuando Abraham deja su país y coloca su tienda de campaña entre Betel, en el oeste, y Hai, en el este. Más tarde, regresa al lugar y al altar que había construido con anterioridad (Gén. 13: 3). El nombre previo de Betel era «Luz», pero cuando Jacob huyó de Esaú, al pasar una noche allí y recibir el sueño de la escalera que llegaba al cielo, cambió el nombre del lugar por «Betel» (Gén. 28: 10-22). Más tarde, Dios ordenó que erigiera un altar en ese lugar (Gén. 35: 1, 6). El Arca del pacto reposó en Betel durante un tiempo (Jue. 20: 27).
Aunque el Antiguo Testamento menciona a Betel más veces que a cualquier otra ciudad aparte de Jerusalén, no se sabe mucho de ella. Ubicada a unos cinco kilómetros al norte de Jerusalén, en la región montañosa, se encontraba en la frontera de los reinos que posteriormente serían el reino del sur y el del norte. En el reparto de la tierra, después de que Israel entrase en Canaán, se le concedió Betel a la tribu de Benjamín (Jos. 18: 11-13), aunque la ciudad también marcaba la frontera sur de Efraín (Jos. 16: 1, 2). Después de que Israel se dividiera en los reinos del sur y del norte, Betel, como la ciudad más meridional del reino del norte, se erigió como contrapartida de Dan, la ciudad más septentrional. Jeroboam estableció sus centros de adoración en estas fronteras, colocando imágenes de becerros de oro tanto en Dan como en Betel, estableciendo, a su vez, lugares altos con sacerdotes no levitas y ofreciendo sacrificios en los altares de Betel (1 Rey. 12: 28-33). Josías derribó los altares de Betel durante sus reformas (2 Rey. 23: 15) y enterró allí las cenizas de los objetos idólatras retirados del Templo de Jerusalén (2 Rey. 23: 4).
Ubicada en la región montañosa, Betel estaba al sur de Silo y Siquén, conectadas por una carretera. Otra carretera importante discurría entre Betel, Jericó y el Jordán (véase 2 Rey. 2) y cruzaba las colinas occidentales hasta la Sefelá. Su ubicación estratégica la convirtió en una ciudad importante tanto para el norte como para el sur de Israel. Betel también se encontraba entre dos vertientes de agua, donde las corrientes orientales fluyen hacia el Jordán y las occidentales desembocan en el Mediterráneo.
Los arqueólogos han tenido problemas para ubicar Betel de forma precisa, pero creen que pudo haber estado en el emplazamiento del moderno Beitin. La presencia de Beitin, sin embargo, no permite mucha actividad de exploración arqueológica, por lo que la localización es aproximada. Suponiendo que Beitin fuera realmente Betel, habría tenido un muro en torno a la época en que Israel estaba en Egipto. Además, a partir de este período, el arqueólogo James L. Kelso encontró un templo de piedra cubierto de cenizas como prueba de destrucción. La ciudad quedó en ruinas durante parte del tiempo que Israel estuvo en Egipto y, cuando fue reconstruida, justo antes de la conquista de Canaán por Josué, tenía una condición inferior a la de su gloria pasada.
Betel también fue conquistada dos veces, a principios de la Edad del Hierro, una vez por los cananeos y la otra en el tiempo de la conquista de Israel en Jueces 1: 22-26. Mientras que los arqueólogos han encontrado cerámica israelita temprana en esta capa, no hay rastro de cerámica cananea. Cuando Babilonia destruyó Jerusalén en 586 a. C., dejó Betel intacta.
Todo lo anterior refleja la suposición de que Betel estaba en el lugar del moderno Beitin. Los eruditos y los arqueólogos discrepan sobre su ubicación exacta, por lo que, hasta que no haya más evidencias, el sitio exacto de Betel debe quedar en suspenso.
Arnold y Williamson, Dictionary of the Old Testament: Historical Books, 116-118.