PRÁCTICAS RELIGIOSAS
La cuestión acerca de los sacrificios humanos en el Mundo Antiguo ha dividido a los académicos durante mucho tiempo. Las lecturas tradicionales de relatos clásicos y textos bíblicos asumían que no se trataba de una práctica inusual en el mundo bíblico, sino más bien frecuente. Sin embargo, las interpretaciones más recientes han descartado los relatos antiguos considerándolos propaganda de enemigos o polémica religiosa. Es interesante que los académicos hayan utilizado datos arqueológicos y fuentes textuales para defender ambos puntos de vista.
Los textos bíblicos dejan claro que los sacrificios humanos no son una forma legítima de adoración (Éxo. 13: 11-13, Jer. 7: 31). Pero su propia existencia también sugiere que se trataba de un tema que necesitaba ser aclarado por una razón: algunos consideraban que esta práctica era una expresión religiosa válida. Algunos han argumentado que las pruebas arqueológicas excavadas de cementerios en los que se encontraron cientos de urnas que contenían huesos de bebé cremados o quemados ofrecen pruebas contundentes acerca de esta práctica en la Antigüedad. Denominados Tofets según el nombre bíblico (cf. Jer. 7: 31-34), el más famoso de esos cementerios fue desenterrado en Cartago, en el norte de África. Los arqueólogos han encontrados otros en los asentamientos fenicios de Sicilia, Cerdeña, Malta y Tiro en el Líbano.
Las excavaciones del Tofet de Cartago comenzaron en 1920 con una nueva excavación llevada a cabo por la Escuela Americana en Cartago, desde 1976 hasta 1979. El número de bebés y niños enterrados en urnas en el Tofet cartaginés alcanzó los 20.000. Aquellos que los consideran indicativos de una tradición de sacrificios infantiles creen que eran dedicados e incinerados aparentemente como un votivo (para cumplir un voto) a la deidad. Una postura alternativa los considera entierros inusuales de los recién nacidos para ponerlos al cuidado amoroso de la diosa Tanit. Sin embargo, el peso de las pruebas arqueológicas no respalda este último punto de vista. En algunos casos, huesos de animales sacrificados reemplazaban a los bebés humanos en las urnas, aparentemente como sustitutos. En las estelas dedicatorias sobre los restos mortales de los infantes se podía leer: «Aquello que se ha prometido». Una estela retrata a un sacerdote que sostiene a un bebé vivo.
Una evaluación objetiva de las pruebas concluye que en el antiguo mundo mediterráneo la gente practicaba sacrificios humanos hasta un cierto punto. El rito recibió críticas tanto internas como externas en las culturas griegas y del Oriente Próximo y finalmente se abandonó. En el antiguo Israel, los sacrificios humanos no eran desconocidos, pero la amplitud de la práctica es una cuestión de interpretación. Mientras que algunos piensan que «hizo pasar […] por el fuego» (2 Rey. 21: 6; Jer. 32: 35) indica meramente un ritual dedicatorio no fatal, lo más probable es que se refiera a la inmolación de niños. Las Escrituras condenan el sacrificio humano en Israel y lo consideran una abominación (Deut. 18: 10-12), pero parece que, al igual que en el caso de otras prohibiciones explícitas, esto no siempre se obedeció (Eze. 20:25-26; Miq. 6: 6-7).
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