TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS
Tel Arad, también conocido como el «antiguo» Arad, es un sitio arqueológico ubicado a tan solo 8 kilómetros de la moderna Arad, una ciudad israelita de 30.000 habitantes. El sitio está ubicado al noroeste de la cuenca hidrográfica de Beshor/Beersheba en un área rodeada de cumbres montañosas conocidas como la llanura de Arad.
El antiguo asentamiento está situado en un área de unos 72.843 metros cuadrados que forma parte de un sistema de pueblos, fortalezas y ciudades situadas a lo largo del lecho del Nahal Beersheba. Dividida en ciudades altas y bajas, la última parte del sitio alberga la única «Casa de Yahveh» descubierta fuera de Jerusalén en la tierra de Israel.
El Antiguo Testamento menciona la antigua ciudad de Arad solo cuatro veces. Según Números 21: 1-3, «el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Neguev» luchó contra Israel. Al principio, las fuerzas de Arad ganaron, pero finalmente los israelitas los destruyeron «a ellos y a sus ciudades». El lugar recibiría el nombre de Horma o «destrucción». Números 33: 40 menciona a Arad en el contexto de la lista de los lugares en los que Israel fue acampando después de salir de Egipto. Josué 12 incluye a Arad en una lista de reyes vencidos. Arad también aparece en Jueces 1: 16, esta vez sin hacer referencia a ningún rey, sino como parte de una designación geográfica: «el desierto de Judá». Todos los registros bíblicos de Arad hacen referencia a la ciudad pre-israelita, la tierra de un rey cananeo. La posterior Arad israelita no aparece en la Biblia.
Sin embargo, las ruinas de Tel Arad sí que ofrecen algunos detalles interesantes para la historia bíblica posterior. Allí, los arqueólogos han descubierto una serie de fortificaciones, algunas que datan de la época de Salomón. El relato bíblico nos dice que Salomón construyó o reconstruyó muchas ciudades destruidas por el rey de Egipto (1 Rey. 9: 15-19).
Uno de los estratos posteriores de Arad indica una destrucción por fuego y ha sido datado al comienzo del siglo X a. C., coincidiendo así con la época de la invasión del rey egipcio Sisac, solo cinco años después de la muerte de Salomón. Un relieve mural en Karnak, en el sur de Egipto, conmemora la invasión y enumera a Arad entre las muchas ciudades conquistadas (cf. 2 Crón. 12: 1-4). Debido a que servía como fortaleza, no nos sorprende que Arad fuera conquistada, destruida y reconstruida varias veces. Tel Arad nos ofrece una idea sobre el tipo de fortificaciones que Judá construía para protegerse.
Otro descubrimiento importante es un santuario o sagrario dedicado a Yahveh. Aunque presenta ciertas características típicas de un santuario del siglo XII, atribuidas a los ceneos, también tiene muchas similitudes con el Templo de Salomón en Jerusalén. Por ejemplo, el altar de bronce del atrio sigue las especificaciones físicas establecidas en Éxodo 27: 1. El santuario en sí consta de dos salas: un lugar santo y un lugar santísimo. Es interesante conjeturar qué tenía lugar en el segundo compartimiento. ¿Quién habría entrado allí y cuándo? Si no había un arca del testimonio allí, ¿qué se hacía en esa sala? ¿Se practicaba el ritual del día de la expiación allí?
En Tel Arad, los arqueólogos han encontrado más de cien óstracas, piezas cerámicas rotas con inscripciones en paleo-hebreo. Una de las inscripciones contiene la frase «Casa de Yahveh», aunque no se sabe si se refiere al santuario de Arad o al Templo de Jerusalén. Pero el significado más importante de esta colección es su datación, ya que los especialistas en Biblia están debatiendo si los textos principales del judaísmo fueron escritos antes o después de la destrucción de Jerusalén por los babilonios en el año 586 a. C. Muchos académicos liberales creen que fue durante el exilio babilónico cuando los escribas compilaron la mayoría de la Biblia hebrea teniendo como fuente las tradiciones orales anteriores o la inventaron directamente como una historia para el pueblo judío.
Aunque algunos de los óstracas datan del siglo X a. C., la mayoría parecen provenir del periodo abarcado entre los siglos VIII y VI. Un estudio reciente examinó cuidadosamente dieciséis óstracas para determinar cuántas personas los habían escrito. Utilizando un programa informático de procesamiento de imágenes, especialmente diseñado para analizar la caligrafía de cada inscripción, los investigadores descubrieron la posible presencia de al menos seis individuos alfabetizados en una guarnición de unos treinta hombres. Este porcentaje bastante elevado, el veinte por ciento de los soldados, es muy inusual para la sociedad antigua y es posible que incluso más personas supieran leer y escribir. Si esta estadística es representativa para la sociedad judía en su conjunto, entonces los niveles de alfabetización habrían sido fácilmente capaces de producir los textos bíblicos antes del exilio babilónico. Se han sacado conclusiones similares en la excavación más reciente en Tel Azekah.
Aharoni, Arad Inscriptions.
Aharoni, “Hebrew Ostraca from Tel Arad”, 1-7.
Aharoni, “The Israelite Sanctuary at Arad”, 25-39.
Faigenbaum-Golovin et al, “Algorithmic Handwriting Analysis of Judah’s Military Correspondence Sheds Light on Composition of Biblical Texts”, 4664-4669.
Herzog, Aharoni, Rainey y Moshkovitz, “The Israelite Fortress at Arad”, 1-34.