TIERRAS Y LUGARES

Jericó en el Antiguo Testamento—Josué 5: 13

Jericó (Tell es-Sultán), también conocida como «Ciudad de las Palmeras» (Jue. 3: 13), era un oasis situado en el valle del Jordán. El río Jordán fluye a poco más de 6 kilómetros al este de la ciudad. Ubicada a unos 16 kilómetros al noroeste del extremo norte del mar Muerto, la ciudad de Jericó se encuentra entre 180 a 240 metros bajo el nivel del mar.

Muchos creen que Jericó es uno de los lugares más antiguos del planeta habitado de manera continua. Los asentamientos antiguos siempre se hacían cerca de buenas fuentes de agua, tierras fértiles para el cultivo y el pasto y en colinas fáciles de defender. Jericó tenía una ubicación adecuada. Los sitios de sepultura de Jericó han revelado alfarería incluso del Neolítico (5200-4000 a. C.). Las tumbas se tallaron en la roca y se usaron en múltiples ocasiones. En las tumbas se han hallado algunas calaveras humanas cubiertas de yeso o enterradas bajo los pisos de las casas. Aunque las evidencias arqueológicas muestran algunas brechas ocupacionales a lo largo de las edades, Jericó fue reconstruida y reubicada en la zona muchas veces. También constituía un punto de conexión para la ruta de comercio entre Egipto y Canaán.

Jericó tenía unos muros elevados e impenetrables cuando Josué guio a Israel a Canaán (Jos. 6: 5). Las excavaciones de Jericó, sin embargo, han sido fuente de controversia en las discusiones arqueológicas. La ciudad fue asignada a Benjamín (Jos. 18: 21) y también sirvió cómo límite para la tribu norteña de Efraín (Jos. 16: 7). Elías y Eliseo frecuentaban el lugar. Muchos estudiosos datan la conquista de Josué en el Bronce Tardío (ca. 1400 a. C.). Pero la principal excavadora de Jericó, Kathleen Kenyon, quien no investigó a fondo la alfarería hallada y otras pruebas, dató sus muros al 1500 a. C. Kenyon concluyó que no existía una ciudad en el lugar durante el tiempo de la conquista. Los arqueólogos han aceptado ampliamente sus conclusiones. A pesar de ello, Bryant Wood, experto en alfarería, ha examinado hace poco la evidencia y ha concluido que la datación de Kenyon es inexacta. Él concuerda con la datación en el Bronce Tardío de John Garstang, el predecesor de Kenyon.

El tell o montículo de Jericó en el Antiguo Testamento es pequeño. El trabajo de Garstang reveló un rompeolas de piedra en la base del montículo, con un terraplén cubierto de yeso entre este y un muro de barro cocido de la ciudad más arriba en el montículo y que rodeaba la ciudad real. Garstang excavó en la pendiente sudeste y halló una zona residencial que denominó «Ciudad IV». La alfarería doméstica común y los escarabajos (amuletos egipcios de las tumbas cercanas) ayudan a fechar ese nivel con exactitud. Garstang concluyó que la Ciudad IV pereció en una violenta conflagración. Tanto Kenyon como Garstang hallaron vasijas llenas de granos en las zonas quemadas, lo que indica que Jericó no fue sitiada, porque tenían abundante comida. Una fuente de agua fresca dentro de los muros les habría provisto de agua. Las casas que se hallaron apoyadas contra los muros de defensa explican de qué manera Rahab pudo haber descolgado a los espías hebreos por el muro.

Después de conquistar la ciudad de Jericó, Josué emitió una maldición sobre cualquiera que procurara reconstruirla. El constructor de la ciudad lo haría pagando el costo de la vida de su primogénito. Además, la colocación de las puertas le costaría la vida de su hijo menor (Jos. 6: 26). Esta profecía se cumplió en el reino de Acab (1 Rey. 16: 34). A pesar de ello, las listas de asignaciones a las tribus continúan contando a Jericó como ciudad y los arqueólogos hallan evidencias de que también estuvo bajo ocupación durante ese tiempo. Jericó se había establecido una vez más alrededor del año 600 a. C. antes de la cautividad babilónica.

Rainey y Notley, The Sacred Bridge: Carta’s Atlas of the Biblical World.

Arnold y Williamson, Dictionary of the Old Testament: Historical Books, 541-544.

Wood, “Did the Israelites Conquer Jericho? A New Look at the Archaeological Evidence”, 51.