TIERRAS Y LUGARES

Nínive—Nahúm 2

La Biblia menciona la ciudad de Nínive diecisiete veces. Según Génesis 10: 8-12, fue una de varias ciudades fundadas por Nimrod o Ashur. Más tarde, el rey asirio Senaquerib gobernó desde allí (2 Rey. 19: 36; Isa. 37: 37). Sin embargo, Nínive figura de manera más prominente en los libros proféticos de Jonás y Nahúm. A principios del siglo VIII a. C., Jonás predicó a sus habitantes, tristemente célebres por su brutalidad. Sorprendentemente, y para gran consternación del profeta, los ninivitas y su rey se arrepintieron y ayunaron, salvando a la ciudad de la destrucción. De hecho, Jesucristo usa a los ninivitas arrepentidos como un ejemplo que Israel debía imitar (Mat. 12: 41; Luc. 11: 30-32). El profeta Nahúm, por otro lado, observa la destrucción de Nínive a fines del siglo VII a. C. y se burla de la ciudad condenada por sus muchos actos de maldad después de que retornó a sus caminos pecaminosos. Su maldad se agravó durante el reinado de Tiglat-pileser III, un rey asirio que saqueó varias ciudades de Israel, deportó a parte de su población e hizo de Judá un reino vasallo (2 Rey. 15: 29; 16: 7-10; 2 Crón. 28: 20). Es probable que sus sucesores asirios hayan sido incluso peores.

Nínive está ubicada en la orilla este del río Tigris, donde se encuentra con el río Khosr, cerca de la actual ciudad de Mosul, en Irak. En su apogeo durante el siglo VII a. C., Nínive cubría unas 750 hectáreas y estaba dominada por los imponentes montículos de Kuyunjik y Nebi Yunis. La ubicación estratégica de la ciudad en un vado vital del Tigris le permitió controlar una ruta comercial importante. Las murallas de la Nínive neoasiria tenían una circunferencia de aproximadamente doce kilómetros, encerrando los dos montículos y la tierra entre ellos. Su elevado muro contaba con numerosas torres, y entre catorce y dieciocho puertas le proporcionaban convenientes puntos de entrada. La ciudad llegó a tener una población de hasta ciento cincuenta mil habitantes durante el siglo VII a. C., siendo uno de los centros urbanos más grandes del mundo hasta ese momento.

Nínive tuvo una rica historia antigua con varias civilizaciones mesopotámicas atestiguadas en varios niveles ocupacionales que se remontan miles de años. Varios reyes asirios construyeron o repararon templos y murallas y supervisaron los esfuerzos de reconstrucción después de un severo terremoto en el siglo XIII a. C. Después de la muerte de Sargón II en 705 a. C., su sucesor, Senaquerib, estableció a Nínive como una de las grandes ciudades de la Antigüedad y una magnífica sede del poder asirio. Senaquerib construyó un nuevo «Palacio sin rival» en Kuyunjik con más de setenta habitaciones revestidas con losas de piedra cubiertas con relieves que representan sus hazañas. Entre ellas se destaca la conquista de Laquis en Judá, en 701 a. C. Las imágenes de los paneles de Laquis, aparentemente grabadas en el lugar, retratan el asedio y la caída de la segunda ciudad de Judá en tamaño (2 Rey. 18: 14-17; 19: 8; 2 Crón. 32: 9; Isa. 36: 2; 37: 8) y muestran a los judíos siendo llevados al exilio.

Senaquerib también reconstruyó varios templos y otros edificios públicos, hizo plantar extensos jardines reales y supervisó proyectos hídricos monumentales, incluyendo diques, acueductos y canales. Asurbanipal, el último gran gobernante asirio, restauró el palacio de Senaquerib y construyó el suyo en Kuyunjik, decorándolo con las esculturas más exquisitas jamás encontradas en Asiria. Representaban cacerías de leones, campañas militares y jardines. Su contribución más significativa fue su enorme biblioteca de textos cuneiformes de literatura e historia de Mesopotamia que recopiló, copió y organizó cuidadosamente.

Después de la muerte de Senaquerib alrededor de 627 a. C., Asiria entró en una fuerte decadencia y la ciudad, que parecía inexpugnable, cayó ante los medos y los babilonios en 612 a. C. Tanto la Biblia (Nah. 1: 8) como fuentes posteriores afirman que los daños que algunas inundaciones produjeron en una sección de las defensas de la ciudad contribuyeron a su captura y destrucción. Los arqueólogos han descubierto evidencias dramáticas de tal destrucción, como lo profetizaron Nahúm y Sofonías (Sof. 2: 13), en la Puerta de Halzi. Descubrieron los esqueletos destrozados y quemados de decenas de defensores de Nínive debajo de lo que había sido la formidable puerta de entrada (Nah. 3: 1-3).

Aunque los occidentales conocían el sitio de Nínive desde la Edad Media, Paul-Émile Botta lo excavó por primera vez en 1842. El diplomático británico Austen Henry Layard realizó un extenso trabajo en Nínive entre 1846 y 1851, y recuperó gran parte del plano del «Palacio sin rival». El trabajo continuó bajo la dirección del hábil asistente de Layard, Hormuzd Rassam, quien descubrió el palacio norte de Asurbanipal con sus lujosos paneles y la biblioteca de veinticuatro mil tablillas cuneiformes. La biblioteca incluía las primeras copias conocidas del relato babilónico de la creación y del diluvio.

Excavaciones posteriores realizadas por eruditos británicos e iraquíes han revelado la historia antigua de Nínive. Se realizaron sondeos profundos en Kuyunjik que descubrieron restos materiales que, según los eruditos, datarían del séptimo milenio a. C. El sitio parece haber sido habitado casi continuamente hasta el período islámico. Las excavaciones de David Stronach (1987-1990) proporcionaron indicios sobre la destrucción masiva a manos de los medos y babilonios en 612 a. C. En la actualidad, la ciudad de Mosul está invadiendo el sitio. Después de que el ejército iraquí recuperara Mosul de las fuerzas del Estado Islámico de Irak y el Levante en 2017, los arqueólogos descubrieron un palacio asirio previamente desconocido debajo del santuario a Jonás en Nebi Yunis. Sugieren que el rey asirio Senaquerib construyó el complejo real, que incluye arquitectura e inscripciones monumentales, y que sus sucesores Esarhadón y Asurbanipal lo restauraron antes de su destrucción en 612 a. C.

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