CREENCIAS Y ENSEÑANZAS
El título del libro de Apocalipsis deriva de la palabra griega apokalypsis (‘apocalipsis’) que aparece al principio del mismo y significa ‘descubrir’ o ‘revelar’. Pertenece a la categoría de escritos apocalípticos caracterizados por un lenguaje simbólico complejo. Los primeros autores cristianos que vivieron en los años próximos a su redacción consideraban unánimemente al autor, que se autoidentifica a sí mismo como Juan (Apoc. 1: 1, 4, 9), como uno de los doce apóstoles (cf. Mat. 10: 2), hermano de Santiago y también autor del cuarto Evangelio y tres epístolas.
Juan escribió el libro de Apocalipsis mientras estaba en la isla rocosa de Patmos en el mar Egeo (Apoc. 1: 9) alrededor del año 95 d. C., a finales del reinado del emperador Domiciano, una época de creciente persecución. Primero circuló entre las siete congregaciones locales situadas en las ciudades cosmopolitas de Asia Menor (Apoc. 1: 4, 11), la parte suroeste de la Turquía moderna. El libro buscaba alentar a esos cristianos ante su terrible situación, pero principalmente revela la obra providencial de Dios para su pueblo a lo largo de la historia hasta el final. El libro de Apocalipsis revela que Dios tiene el control supremo sobre el mundo, triunfará sobre las fuerzas del mal y luego establecerá su reino eterno.
El libro declara que su contenido le fue enviado a Juan en una visión (Apoc. 1: 1). (La palabra griega sēmainō tiene el siguiente significado primario: ‘mostrar mediante signos o símbolos’). Juan anotó esas presentaciones simbólicas exactamente como las había visto en la visión (v. 2). El uso de dicho lenguaje simbólico indica que no se deben interpretar sus imágenes y escenas literalmente, sino simbólicamente. El lenguaje simbólico del libro de Apocalipsis era familiar para los lectores y oyentes del siglo I. La mayor parte de su simbolismo procede del Antiguo Testamento. Al tratar de descifrar el significado de la imaginería de Apocalipsis, el lector debe prestar atención primero al trasfondo del Antiguo Testamento, especialmente al libro de Daniel. Se puede encontrar ayuda adicional para entender los símbolos del libro en otras partes del Nuevo Testamento, especialmente en las afirmaciones de Jesús. El estudio de Apocalipsis debería tratar de comprender el significado que esos símbolos tenían para los destinatarios originales.
Hay cuatro enfoques principales a la hora de interpretar el libro de Apocalipsis.
(1) El preterismo (del latín preter que significa ‘pasado’) argumenta que el Apocalipsis trata sobre la situación de la iglesia cristiana en Asia Menor en el siglo I, durante su lucha con Roma. El libro no ofrece predicciones sobre el futuro. Más bien todo su propósito era alentar a los cristianos de los primeros siglos a perseverar en su fidelidad hacia Dios.
(2) El futurismo sostiene que Apocalipsis 4–22 describe los eventos que tendrán lugar poco antes de la segunda venida. Por lo tanto, estos capítulos de Apocalipsis pertenecen solo a la última generación de cristianos.
(3) El idealismo sostiene que el libro describe, mediante un simbolismo vívido, la lucha continua entre el bien el mal, que tendrá como resultado el triunfo final de Dios sobre el mal. El Apocalipsis no habla de eventos literales que se cumplieron en el pasado o que todavía están por cumplirse en el futuro. Sus mensajes proporcionan orientación universal para cualquier generación de cristianos. El idealismo es el sucesor de la forma alegórica de interpretación que caracterizó el acercamiento medieval a la Biblia.
(4) El historicismo sostiene que el Apocalipsis retrata, mediante visiones simbólicas, el curso de los acontecimientos que se desarrollan bajo el control de Dios a lo largo de la historia, desde el primer siglo hasta el tiempo del fin. De hecho, el libro en sí, al igual que el libro de Daniel en el Antiguo Testamento, apunta al historicismo como el enfoque más adecuado para la interpretación profética.
Además del prólogo (Apoc. 1: 1-8) y del epílogo (Apoc. 22: 6-21), la estructura básica de libro de Apocalipsis está delineada por las siguientes palabras: «las cosas que has visto, las que son y las que han de ser después de éstas» (Apoc. 1: 19). El libro se divide en cuatro partes distintivas:
(1) El mensaje a las siete iglesias (Apoc. 1: 9–3: 22). Esta sección, presentada por la visión apocalíptica que Juan tiene de Cristo, usa la situación histórica en las ciudades de las siete iglesias de Asia Menor de manera simbólica para representar la situación de la iglesia en períodos sucesivos de su historia.
(2) La sección histórica (Apoc. 4: 1–11: 19). La serie de siete sellos y siete trompetas, también introducidas por una visión (esta vez de la sala del trono en el cielo y de Cristo como el Cordero), repasa desde una perspectiva algo diferente los eventos de la historia cristiana desde el primer siglo hasta el segundo advenimiento.
(3) El centro temático (Apoc. 12: 1–14: 20) revela la historia del conflicto de los siglos, desde la entrada del pecado hasta el segundo advenimiento.
(4) La sección escatológica (Apoc. 15: 1–22: 5). Esta sección se centra en los eventos del tiempo del fin que conducen a la venida de Cristo y al establecimiento del reino de Dios.
Este esquema de Apocalipsis ayudará a los lectores a ubicar las visiones clave del libro a lo largo de la historia. Además, señala la importancia de los capítulos centrales, como la línea divisoria entre las secciones históricas y escatológicas del libro. Mientras que la primera mitad del liibro de Apocalipsis se concentra principalmente en la era cristiana, la última sección trata exclusivamente de los eventos del tiempo del fin. Este esquema también muestra que las visiones de los siete sellos y las siete trompetas abarcan toda la historia cristiana, mientras las «siete plagas postreras» (15: 1) tienen lugar justo antes del regreso de Jesús.
Paulien, “The Hermeneutics of Biblical Apocalyptic,” 245–270.
Stefanovic, Revelation of Jesus Christ.