TEXTOS Y ARTEFACTOS ANTIGUOS

Poesía bíblica—Salmo 1

La música y la poesía en Israel fueron una parte fundamental de la adoración e incluso de la vida cotidiana. ¡Cuanto más se profundiza en la complejidad de la poesía hebrea, más se percibe que los antiguos hebreos deben haber pensado incluso con patrones artísticos!

Una Biblia que divide los versos poéticos en líneas o unidades de pensamiento mostrará la poesía no solo en el salterio (el libro de los Salmos) sino en muchas otras partes del Antiguo Testamento, incluidos los libros proféticos, e incluso algunos fragmentos dispersos entre todos los relatos. A menudo, cuando en una narración el autor o el orador hace una afirmación relevante, recurre a formas poéticas como el nombramiento de Adán y de Eva (Gén. 2: 23) o el intento de Balaam de maldecir a Israel (Núm. 23).

A diferencia de la mayor parte de la poesía española que usa sonidos para rimar, la poesía hebrea (y otras poesías de la Antigüedad) emplea una especie de rima de pensamiento en la que el escritor declara una idea (un verso u oración) y luego la desarrolla de diferentes maneras para completar el pensamiento. Él o ella podrían (1) repetir la misma idea usando diferentes sinónimos, (2) indicar lo contrario de la idea, o (3) desarrollar la primera idea. Estas tres formas principales de «rimar» en la poesía hebrea se llaman paralelismo sinónimo, antitético y sintético, respectivamente.

La belleza de este sistema es que, a diferencia de la rima sonora que depende de palabras específicas para su rima (como «lluvia» y «alubia»), el sistema de rima mental de la poesía hebrea es fácilmente traducible a cualquier idioma sin distorsionar la poesía, contribuyendo a la naturaleza universal y transcultural de la Biblia como Escritura.

Paralelismo sinónimo

Quizás el paralelismo más fácil de reconocer sea el sinónimo. En él, el autor indica lo mismo al repetir la idea, en versos paralelos, usando sinónimos. Por ejemplo:

«Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos;
y todo el ejército de ellos, por el aliento de su boca [fueron hechos]». (Sal. 33: 6)

Estos dos versos contienen cuatro y tres palabras hebreas, respectivamente, por lo que son aproximadamente de la misma longitud. Cada verso dice lo mismo pero usa sinónimos diferentes. Otro ejemplo:

«Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó;
varón y hembra los creó». (Gén. 1: 27)

El primer verso plantea un pensamiento, los dos versículos siguientes repiten ese pensamiento; y el tercero agrega un «varón y hembra» más específicos, pero no repite la palabra «imagen».

Paralelismo antitético

En él, el escritor indica lo mismo en versos paralelos pero por medio de términos opuestos en lugar de sinónimos. Por ejemplo:

«El que guarda el mandamiento guarda su vida,
pero morirá el que menosprecia los caminos de Jehová». (Prov. 19: 16)

El concepto principal es el mismo, pero enunciado de manera opuesta.

Paralelismo sintético

Aquí los versos no son estrictamente paralelos. Los segundos (o adicionales) agregan nueva información o una nueva dimensión al tema. Por ejemplo:

«Cantad a Jehová cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas». (Sal. 98: 1)

El primer verso introduce un pensamiento y el segundo verso expande ese pensamiento en lugar de repetirlo o decir lo contrario. En este verso, la expansión es una razón para cantar.

Otros recursos literarios

Además del paralelismo, la poesía hebrea también utiliza recursos literarios para mejorar la experiencia y transmitir la verdad de una manera nueva y fresca que apele a los sentidos y las emociones. A continuación se indican varios de estos recursos. Aunque solo se mencionan brevemente, ayudarán a ser reconocidos cuando se lea la poesía bíblica.

La poesía tiene imágenes vibrantes y, a veces, silvestres, que tocan la imaginación al representar una cosa por otra y crear una conexión que no se conocía de manera específica. Dios es morada (Sal. 90: 1), roca, baluarte, escudo y fortaleza (Sal. 18: 3). El desierto y la tierra seca se alegrarán y el desierto se regocijará (Isa. 35: 1 —aquí nos encontramos con un ejemplo de prosopopeya).

Los símiles usan imágenes para describir lo que es «como» otra cosa. Jeremías 17: 7-8 compara al que confía en Dios con un árbol sano y bien alimentado.

Las metáforas también emplean imágenes y están cerca de los símiles, pero declaran que el objeto en discusión es realmente lo que se compara. «El Señor es mi pastor» (Sal. 23: 1) es una metáfora.

La poesía es breve y a menudo deja palabras fuera de un verso. Cuando se produce esta omisión o elipsis, se espera que el lector complete las palabras con el verbo o sustantivo del primer verso o viceversa. El Salmo 33: 6 (mencionado anteriormente) omite el verbo del segundo verso, pero basado en el primer verso, es obvio cuál es el verbo.

Los quiasmos son comunes tanto en poesía como en narrativa en el Antiguo Testamento. Tienen líneas estructuradas a la manera de ABCBA, como una montaña que uno sube por un lado y luego desciende por el otro. El clímax y el concepto principal están en la parte superior, en el medio de la unidad literaria. A veces, el quiasmo es un ABBA simple como en el Salmo 51: 1 (el orden de las palabras puede variar en diferentes traducciones, pero este es el orden de las palabras hebreas):

A    Ten piedad de mí, oh Dios,

B   conforme a tu misericordia;

B-1   conforme a tus abundantes piedades,

A-1    borra mis transgresiones.

Los merismos son pares de palabras que describen opuestos o extremos, pero todo lo que está entre las dos palabras está incluido en el pensamiento. El Salmo 91: 5-6 lo ilustra: «No temerás al terror nocturno ni a la saeta que vuele de día, ni a la pestilencia que ande en la oscuridad, ni a mortandad que en medio del día destruya». Tales pares de palabras incluyen todos los momentos entre la noche y el día y entre la oscuridad y el mediodía. Es una forma poética de decir que no hay tiempo en el que debamos tener miedo.

Los salmos acrósticos comienzan cada línea o estrofa con la siguiente letra del alefato hebreo. El Salmo 119 es el acróstico más conocido y utiliza las veintidós letras hebreas; cada línea de una estrofa individual comienza con la letra temática de esa estrofa.

Los estribillos y las inclusiones también aparecen en algunos salmos. El Salmo 46: 7, 11 es un estribillo que se repite dos veces. El Salmo 42: 5, 11 y 43: 5 sugieren que los dos salmos fueron una vez un salmo con un estribillo que se repetía tres veces. El Salmo 8: 1, 9 es un buen ejemplo de una inclusión, contiene las mismas palabras al principio y al final.