Qué dijo Jesús sobre el divorcio (Mateo 5: 31-32)

Jesús habló sobre el divorcio en Mateo 5: 31-32. Sus declaraciones forman parte de su Sermón del Monte. En este sermón, Jesús trató, entre otras, cuestiones que tienen que ver con la Ley de Dios. Él no abolió la Ley divina, sino que reveló su significado más profundo (Mat. 5: 17). En las dos primeras de las seis famosas «antítesis» expuestas allí, Jesús abordó de manera ejemplar el Decálogo, revelando la intención de su significado (Mat. 5: 21-30). Sin embargo, en las siguientes antítesis, matizó ciertas regulaciones mosaicas (Mat. 5: 31-42), y finalmente rechazó la declaración no bíblica de odiar al enemigo (Mat. 5: 43-48).

Según Mateo 5: 31-32, Jesús se pronunció sobre la práctica de entregarle a la esposa repudiada un certificado de divorcio. El fondo es Deuteronomio 24: 1-4. En el Antiguo Testamento, el divorcio no era obligatorio, ni siquiera si ocurría por causa de algún tipo de indecencia, sino que era solo una opción. Un poco más tarde en el Sermón del Monte, es decir, tras el Padrenuestro y en las enseñanzas que siguen directamente a esta oración (Mat. 6: 12, 14-15), Jesús destaca el principio del perdón mutuo y, por lo tanto, de la necesidad de reconciliarnos.

De acuerdo con la primera parte de Mateo 5: 32, vemos que Jesús eludió hablar del certificado de divorcio. Y es que el divorcio no es una opción para los seguidores de Cristo. El matrimonio es una unión de por vida que incluso el divorcio no cambia. Quien se divorcia de su cónyuge, lo hace responsable de cometer adulterio sin duda casándose de nuevo, y él mismo se convierte en adúltero. Expedir un certificado de divorcio, como dice el Antiguo Testamento, no liberaría al esposo de su responsabilidad. Si él intentara deshacerse de su esposa por medio del divorcio, aún permanecería unido a ella ante Dios: porque quien se casa con una mujer divorciada comete adulterio.

En la última parte del versículo 32, Jesús reconoce solo una excepción que justificaría el divorcio, e incluso en este caso es preferible la reconciliación (ver Mat. 18: 21—19: 12). Este caso es la inmoralidad sexual (porneia), que entre otras cosas incluye el adulterio y el incesto. Si se produce un divorcio legítimo, es decir, basado en la porneia, el nuevo matrimonio resulta posible para la persona que no haya participado previamente en actividades sexuales fuera del matrimonio. Sin embargo, uno podría estar seriamente equivocado al aferrarse a esta excepción en lugar de seguir la regla general de Jesús «sin divorcio». Esta es la nueva ley de Jesús. ¡Cuidado con la dureza del corazón (Mat. 19: 8)!