Una pregunta pasada de moda (Proverbios 23: 13)

La Palabra de Dios es clara en la necesidad de que los niños aprendan a obedecer a sus padres. Debido a que todos los niños son diferentes, la disciplina que funciona con uno puede no funcionar con otro. Por lo tanto, es importante que los padres estudien cuidadosamente los temperamentos de sus hijos para aplicar el tipo de disciplina que funciona bien.

Azotar a los niños para corregirlos está mal visto, e incluso va en contra de la ley en muchas culturas; otros usan este método como el tipo de castigo más frecuente. ¿Qué tipo de equilibrio deben lograr los cristianos creyentes de la Biblia en este tema, cuando tantos niños son abusados y heridos por padres enojados que a menudo están fuera de control?

Elena G. White escribe en Conducción del niño, pág. 234: «Puede ser que los azotes sean necesarios cuando los demás recursos fracasen (refiriéndose a la madre); sin embargo ella no debe usar la vara si es posible evitarlo. Pero si las correcciones más benignas resultan insuficientes, el castigo para hacer volver al niño en sí, debe ser administrado con amor. Frecuentemente una sola corrección de esta naturaleza bastará para toda la vida, pues demostrará al niño que él no tiene en su mano las riendas del dominio».

Elena G. White también advierte sobre la realidad que a menudo surge cuando se usa la disciplina física como una opción. Ella dice en Conducción del niño, pág. 235: «Nunca deis a vuestro hijo un golpe con ira a menos que queráis que aprenda a pelear y a reñir».

Al disciplinar a tus hijos, ora para que la dirección de Dios te guíe, para que lo hagas con amor y teniendo en mente el futuro y la salvación de tus hijos.