Los solteros y la vida cristiana (1 Corintios 7: 8-9)

Ser solteros y llevar una vida cristiana a menudo parecen realidades incompatibles. Para muchos, la soltería es una fase de la vida en la que abundan las tentaciones físicas y sexuales, todo lo que distrae de las cosas espirituales y eternas, una vida en la que es difícil mantener una andadura espiritual vibrante y una búsqueda continua de la presencia de Dios. Pero eso es falso. Este mito crea una falta de confianza en los solteros y reduce sus expectativas de conseguir un bienestar emocional y espiritual.

En realidad, esa no es la experiencia de todos los solteros y, tal vez, ni siquiera sea hoy en día la experiencia de la mayoría. Muchos solteros asumen bien su condición, logran aceptar y apreciar plenamente su realidad presente, viviéndola con una fe cristiana sólida y enérgica.

Es difícil vivir en un mundo con ideas tan generalizadas sobre la soltería y no ser influenciado por ellas. Los mensajes sutiles y no tan sutiles que impregnan nuestro entorno a menudo acaban por inculcarnos sus ideas preconcebidas, y muchos solteros finalmente actúan respondiendo a guiones antepuestos. Como resultado, a menudo tienen que enfrentar una gran cantidad de preocupaciones relacionadas con su realización íntima, las relaciones de pareja, las tentaciones sexuales y su eventual gratificación y experimentación. De modo que vidas con un alto potencial pueden convertirse en existencias perturbadas por la desesperación y las presiones para resistir o cambiar su estado civil. Deseo subrayar que las ideas y comentarios que circulan sobre las personas solteras acaban inculcándoles a los jóvenes solteros unos sentimientos que acaban afectando lo que muchos de ellos piensan de sí mismos. Su diálogo interno negativo con esas ideas erosiona su búsqueda espiritual. Y esos falsos valores sociales y culturales paralizan sus esfuerzos espirituales, a menudo, dejándolos no solo heridos, sino muertos.

Afortunadamente, muchas de las personas solteras que conozco tienen experiencias muy diferentes, que no se ajustan a ese molde. Estos solteros aceptan los desafíos de vivir solos, los asumen y buscan recursos en Dios y en su entorno social para realizar su vida plenamente, sin dejarse marcar por las debilidades, desesperación o la insatisfacción. Rechazan el guion recibido y disfrutan de una vida sana con perspectivas saludables que irradian de su interior sobre su entorno.

¿Qué factores marcan esa diferencia positiva para esos solteros? Estoy seguro de que hay muchos, pero concluiré este artículo con una breve exposición de algunas cosas que creo que vale la pena mencionar aquí.

  1. Aceptar el hecho de que el principal objetivo de la vida no es casarse. En cualquier caso, existen puntos de partida mejores para comenzar, que preocuparse y desesperarse por ese estado. Lo más probable es que esa obsesión haga que llegar a una relación íntima sea una experiencia más difícil y menos placentera.
  2. Apreciar la forma en que Dios te hizo, incluidos tus deseos sexuales, tiene un gran impacto en tu autoconciencia. Dios sabía lo que estaba haciendo cuando hizo a Adán y Eva solteros y sexuales. Dios puede confiar en nosotros porque nos hizo con una capacidad de razón y decisión.
  3. Asumir la realidad de que la vida no tolera el vacío. Nuestra vida tiene que estar llena de algo que valga la pena, porque si no cualquier otra cosa intentará llenarla. El llenar la mente y el corazón de influencias buenas, positivas, hermosas, honestas, justas y dignas de elogio mantiene alejado todo lo negativo capaz de distraernos.

Dios llama a los solteros a llevar una vida cristiana. El llamamiento es razonable y posible porque Dios nos ayuda con su presencia constante y su gracia inteligente. Sí, es más que posible ser soltero y cristiano. Abrazar esta realidad permite una mejor integración personal en la vida y un ajuste espiritual y emocional plenamente satisfactorios.