Tienes lo que necesitas (Proverbios 5: 15-18)

El matrimonio te enfrenta a la realidad de que la persona con quien estás casado no es la persona con quien te casaste. Alguien dijo: «Antes de casarme, estaba buscando el ideal y este se me volvió un calvario. Ahora quiero una nueva oportunidad». Pero la hierba no siempre es más verde al otro lado; la tuya puede solo necesitar agua. «Jardín cerrado eres, hermana mía, esposa mía» (Cant. 4: 12). Tu matrimonio es tu jardín. Primero, invierte en él, y después sigue cuidando tu inversión.

Si él no sale por ahí, si ella no mira a otros, sed agradecidos, pero haced todo lo que podáis para que siga siendo así. A los proveedores de sexo pervertido nunca se les debe permitir denigrar la maravilla del sexo conyugal. El sexo es bueno, sano e incluso santo. No hagas que el sexo sea la última de las actividades de la noche, haz que sea la culminación. Espéralo con ganas. Planéalo. Susurra palabras seductoras. Emprende acciones sugestivas; pero no hagas siempre lo mismo. Refresca tus ideas. Si eres hombre, aféitate y friega los platos, etcétera. Alguien dijo: «Si quieres estar en el cielo a las once, es mejor que empieces antes de las siete».

Y luego procura que el disfrute sea mutuo, que combine paciencia, placer y pasión. No estés ni demasiado obsesionado para tener relaciones sexuales ni carezcas de interés. Una novia famosa dijo: «Yo soy de mi amado, y en mí tiene su contentamiento» (Cant. 7: 10). Antes del matrimonio, huye del sexo; después del matrimonio, corre hacia él.