Equilibrando la iglesia y la familia (Efesios 5: 25)
Hace varios años, un hombre se quejó de que su esposa usaba su hogar como su espacio personal exclusivo, lo que le hacía imposible relacionarse con amigos de la iglesia e intercambiar invitaciones para cenar, entre otras cosas. Como individuo sociable que cargaba con todos los gastos del hogar, nos dijo que se sentía frustrado y muy enojado, agregando que «nuestro trabajo y las responsabilidades de la iglesia se verían favorecidos al brindar hospitalidad a otros en nuestro hogar, pero la actitud de mi esposa hace esto imposible».
Sabemos que, en el marco de las relaciones humanas, los polos opuestos tienden a atraerse antes del matrimonio, pero a menudo se repelen después de casados. Entonces, lo que se había percibido como un buen ajuste para completarse antes del matrimonio, con frecuencia se ve y se siente muy diferente al otro lado de esa experiencia; es decir, hasta que uno se da cuenta de que tener diferencias de opinión inevitablemente tendrá lugar en el matrimonio.
Este hombre se describió a sí mismo como una persona muy sociable y extrovertida, y a su esposa como mucho más reservada y menos interesada en recibir gente. Como la mayoría de las parejas casadas, parecían muy diferentes entre sí.
Entonces, ¿qué soluciones serían factibles para una pareja como esta, para que puedan resolver las cosas y encontrar el equilibrio en sus vidas? Teniendo en cuenta que ambos eran miembros activos e involucrados en la iglesia, animamos al esposo preocupado a explorar qué puntos los pueden unir y a revisar la intención de Dios para el matrimonio.
Efesios 5: 25 ordena al esposo a amar a su esposa «así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella». Si uno es cristiano, el mandato es claro. Dios quiere que los esposos amen a sus esposas imperfectas y diferentes a ellos, al igual que él ama a la iglesia, formada por personas imperfectas que son bastante diferentes al Señor. Y, sin embargo, Dios todavía nos ama a pesar de nosotros mismos, y nos ama con un amor eterno (Jeremías 31: 3).
Debido al amor que un marido debe tener por su esposa, a pesar de sus diferencias, lo que hay que hacer es tener una conversación tranquila sobre lo que es importante para ambos y explorar posibles formas de salvar esas diferencias, en lugar de construir muros entre ellos.
Dado que tener una casa muy acogedora y relacionarse con amigos de la iglesia parecían ser la prioridad preferida por el esposo, lo alentamos a tomar la iniciativa e invitar a su esposa a ayudarlo, en lugar de esperar que su esposa hiciera lo que no le era natural. Les instamos a examinar las posibilidades con las que ambos podrían vivir y a encontrar un terreno de entendimiento común. Por supuesto, esto incluiría algún compromiso y significaría que a veces sus relaciones con los amigos tendrían que llevarse a cabo en un restaurante favorito, en lugar de en su hogar.
Cuando tengas que enfrentar este tipo de circunstancias, no pierdas de vista los árboles al concentrarte en el bosque. Mantente enfocado en el propósito del matrimonio y trata de ver al otro a través de los ojos de Jesús, en lugar de pensar en lanzarte a las actividades de la iglesia como una empresa de todo o nada.
Cuando enfrentes las diferencias de opinión con tu cónyuge o tu familia, deja de momento tu opinión personal y tómate el tiempo de intentar ver las cosas desde la perspectiva del otro. Cuando lo hagas, transformarás para mejor la trayectoria de tu matrimonio y de tus relaciones familiares.
Recuerda que necesitas confiar en Dios para tener paciencia hoy y todos los días.