«Pero, ¿y si ocurriese?» (Proverbios 18: 22)

Marido: Cariño, no te preocupes. Ya sabes que nunca he encontrado a nadie que satisfaga mis necesidades mejor que tú.

Esposa (llorosa): ¿Y qué ocurriría si la encontrases?

Algunos cónyuges han cambiado a su pareja por alguien que creían que «los comprendía mejor». El amor mundano se centra en la satisfacción. El amor cristiano se centra en el compromiso, porque:

Primero, el matrimonio cristiano se caracteriza por un compromiso exclusivo. Es importante que le digamos a nuestro cónyuge a menudo que él o ella es nuestro compañero más íntimo y valioso y que nunca será sustituido por nadie, no importa cuán atractiva o comprensiva o compatible parezca cualquier otra persona.

Segundo, el matrimonio cristiano se caracteriza por un compromiso de aceptación. Es un compromiso que acepta con amor las imperfecciones de nuestra pareja, incluso cuando pierde cabello y gana peso. Es un compromiso que cubre y acepta el pasado, incluyendo las cosas que sucedieron en relaciones anteriores.

Tercero, el matrimonio cristiano se caracteriza por un compromiso anticipador. «Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser…» (1 Juan 3: 2). Cuando una pareja acude a la iglesia para casarse, no son dos las personas que el ministro ve, sino seis. Ahí está el hombre que él cree que es, el hombre que ella cree que es, y el hombre que realmente es. Luego está la mujer que ella cree ser, la mujer que él cree que es, y la mujer que realmente es. La tarea del matrimonio es tratar de averiguar en este mundo complejo con quién nos hemos casado… Gracias a Dios, eso toma toda una vida.