La Biblia y el divorcio (Malaquías 2: 16)

El libro de Malaquías contiene un diálogo entre Dios y su pueblo, un diálogo desagradable por parte de Israel. Por ejemplo: «Yo os he amado». «¿En qué nos amaste?» (1: 2). «Volveos a mí y yo me volveré a vosotros». «¿En qué hemos de volvernos?» (3: 7). «Me habéis robado». «¿En qué te hemos robado?» (Mal. 3: 8). Dios, como Padre amoroso (1: 6), demuestra gran paciencia en el trato con sus hijos rebeldes.

En Malaquías 2: 10-16, Dios acusa a su pueblo de casarse con mujeres paganas (vers. 11) y de divorciarse de sus esposas (vers. 14-16). Nuevamente, recibe una respuesta arrogante (Malaquías 3: 14).

Los dos temas de matrimonio mixto y divorcio pueden estar relacionados. Probablemente en ese momento la poligamia ya no era un problema entre los judíos. Algunos parece que se habían casado con atractivas damas gentiles y, para no vivir en poligamia, se divorciaban de sus antiguas primeras y esposas. Pero esto es inaceptable para Dios. Los matrimonios mixtos están prohibidos (Deut. 7: 3-4). Los culpables se separaban de la comunidad del pacto (Mal. 2:12). El divorcio es una violación de la institución del matrimonio según Dios y una ruptura del pacto matrimonial.

Pero a pesar de este mal, estas personas todavía seguían participando en el culto divino, como si nada hubiera sucedido. El Señor no se deja impresionar por esas prácticas religiosas cuando su voluntad es ignorada. Entonces él les dice que está viendo lo que está pasando. Es un testigo de su infidelidad, testigo de sus promesas rota, y toma partido por sus esposas. Al mencionar dos veces «la esposa de tu juventud» (vers. 14-15), Dios parece apelar a los sentimientos de su pueblo. ¿Cómo puedes hacer esto? ¿Cómo puedes despedir y abandonar a la chica que ha sido tu esposa parte de tu vida, siendo la esposa del pacto que debías proteger? Y les advierte, ordenándoles dos veces: ¡No seáis desleales para con ella, no la traicionéis ni le seáis infieles (vers. 15-16)!

Además de todas las buenas razones existentes contra el divorcio, hay una razón que está directamente relacionada con Dios y con nuestra relación con él. Dios odia el divorcio. Sus hijos también lo deberían odiar. Dios odia el divorcio porque no tiene en cuenta su institución del matrimonio y su plan para la humanidad, porque no lo respeta; rompe el pacto; es infidelidad, traición y posiblemente incluso adulterio (3: 5; ver Mat. 5: 32); hace daño al cónyuge y puede destruirlo. El divorcio no es una solución a los problemas. Dios lo odia. Pero él nos ama. Entonces, amémoslo a él nosotros también, y amemos a nuestro cónyuge.