El afecto mutuo en el matrimonio (1 Corintios 7: 3-4)

De acuerdo con las encuestas realizadas anualmente en los Estados Unidos, la mayoría de las personas quieren casarse y lo esperan con ansias. Lo que impulsa a la mayoría de las parejas a entablar relaciones es la atracción sexual que sienten por la otra persona y el deseo de hacer realidad sus deseos de unión. De hecho, este impulso está tan extendido, y no solo en los países occidentales, que se está generalizando una «cultura del ligue o del contacto» (sexo casual al margen de cualquier relación comprometida), así que la mayoría de las personas que se casan en estos días ya han tenido relaciones sexuales con varios «contactos».

Curiosamente, sin embargo, una vez casados, el sexo parece ser una de las áreas que más conflicto genera para las parejas. Por lo general, un miembro de la pareja se muestra interesado en tener relaciones sexuales con más frecuencia que el otro, convirtiéndose esta situación en la causa principal de los bajos niveles de satisfacción conyugal que muchos experimentan.

En este pasaje de las Escrituras, el apóstol Pablo intenta ayudar a las parejas casadas a que comprendan que la intención de Dios es que disfruten de sus relaciones sexuales como de un regalo que los une, y que es de su responsabilidad desarrollar hábitos sexuales que sean mutuamente satisfactorios y redunden en bendición para los demás. Las parejas que mejor funcionan son las que entienden el valor de las relaciones sexuales como algo que hacen entre los dos en lugar de ser un servicio que exigen de su pareja. Esto hace que la paciencia y la bondad sean fundamentales en este tipo de relaciones.

Y no olvides que cuanto más satisfactorio sea tu matrimonio, más fácil te será honrar a Dios.