3 de enero | TODOS
«El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo, y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho. Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación» (Gén. 2: 2-3).
¡Celebración y júbilo! ¡Dios acababa de concluir la semana de la Creación! Un manso soplo de aire aleteaba en el paraíso recién creado. Una respiración leve, de eterna primavera, bañada por cuatro ríos de agua viva. Los hechos maravillosos de Dios merecían un día de conmemoración. Y el Creador reposó el sábado para celebrar que todo lo que había hecho era «bueno en gran manera» (Gén. 1: 31). No reposó porque estuviera cansado. Dios no se cansa, ni se fatiga. En realidad lo hizo para enseñarnos que el poder creador y sustentador viene de él y nosotros lo recibimos gratuitamente.
¡Qué bueno es saber que Dios creó el mundo y descansó! Porque la enfermedad del siglo XXI es el estrés. No hay tiempo para nada. Corremos de un lado a otro, desde el amanecer hasta el anochecer. Vivimos en un mundo competitivo, y si alguien dormita queda relegado. Sin embargo, Dios, en la misma semana de la Creación, estableció el principio del reposo semanal. Cada vez que el ser humano guarda el sábado reconoce el poder inefable de Dios y recibe la fuerza vital del Señor de la vida para iniciar después una nueva semana de actividades con energías renovadas.
Uno de los secretos de la productividad es el descanso. Dios sabía que, sin reposo, de nada le servirían al ser humano las maravillas que acababa de crear. Sin embargo, el séptimo día no es santo por simple voluntad humana, sino porque, en el principio, Dios reposó, lo bendijo y lo santificó. A partir de ese instante, el sábado pasa a ser un día bendito y santo.
En cierta ocasión, Moisés vio una zarza ardiendo y oyó la voz de Dios que le dijo: «Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es» (Éxo. 3: 5). La criatura debe ser consciente de ante quién está cuando tiene delante al Creador.
En Acción
Por paradójico que suene, la acción que hoy te propongo es descansar. Descansa en Jesús, descansa en el Creador, descansa en sus brazos para llenarte de su amor y recobrar energías. A partir de ahí, que él te indique dónde estar y adónde ir.
Canta “El séptimo día” (si es posible, con tu familia).