27 de abril | TODOS
«Jehová, el Dios de sus padres, les envió constantemente avisos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su morada. Pero ellos se mofaban de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio» (2 Crón. 36: 15-16).
El pueblo llora. El pueblo sufre. Llora y sufre los frutos de su rebeldía. Jugaron con la gracia de Dios. Se alejaron del Señor. Creían que se cumplirían las promesas divinas de protección y cuidado solo dando importancia a los aspectos formales de la religión, aunque hacía mucho tiempo que su corazón estaba alejado de Dios. El texto de hoy es elocuente al respecto.
La grandeza de la misericordia del Señor se muestra en que les enviara avisos constantemente a través de sus mensajeros. ¡Qué conmovedora declaración! ¡Cuánto amaba Dios a esa nación pecaminosa y rebelde!
Ese Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Un Dios de amor que no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta y regrese al camino de la vida.
He visto a personas, desechadas por la sociedad, aceptar la invitación divina y regresar a Dios. He conocido ateos impenitentes que se burlaban de lo sagrado, pero un día, tocados por el Espíritu Santo, cayeron a los pies de Jesús y reconocieron su rebeldía.
¡Qué sería de ti y de mí si un día el amor de Dios no nos hubiera conquistado! Por desgracia, los habitantes de Jerusalén se burlaban de los mensajeros divinos, al punto de que Dios dejó de insistir.
Sin embargo, con el tiempo, él siempre vuelve a llamar a sus hijos. Así lo hace hoy también.
En Acción
Hoy es el día de buena nueva. Hoy es el día de la salvación. ¿Cuál será tu respuesta al llamado divino? ¿Lo ignorarás, aun a sabiendas de que solo busca tu bien?