29 de abril | TODOS
«Pues tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino, ya que le habíamos dicho al rey: “La mano de nuestro Dios está, para bien, sobre todos los que lo buscan; pero su poder y su furor contra todos los que lo abandonan”» (Esd. 8: 22).
Había llegado el momento de partir. Esdras no se atrevió a dirigir al pueblo en la bendita obra de restauración sin antes buscar el poder y la protección divina en oración y ayuno. Había ido ante el rey y le había afirmado que Dios lo protegería de sus enemigos en el camino de regreso a su tierra. Sin embargo, su corazón se estremeció al contemplar a los cautivos reunidos junto al río, dispuestos a emprender la extenuante marcha a Jerusalén, y al pensar en los peligros que enfrentarían.
Delante de él había familias enteras con sus niños y sus ancianos. Cerró los ojos por un instante y empezaron a desfilar en su mente los riesgos que los aguardaban. Asaltantes, desierto agreste, hambre y sed.
En esas circunstancias, hubiera parecido algo sabio pedirle al rey que enviase soldados con ellos. Pero entonces, como leemos en el versículo de hoy, decidió que hacer aquello sería dar un mal testimonio al rey (Artajerjes) sobre la protección del Dios de Israel.
Muchos hablamos con elocuencia de la confianza que debemos depositar en Dios, pero, cuando llega el momento de enfrentar los desafíos y peligros de la vida, generalmente empezamos a hacer cálculos humanos y dejamos los discursos maravillosos de la fe guardados en el armario de nuestros temores. La verdadera confianza en Dios sale del ámbito cómodo y brillante de las palabras y se adentra en el pantanoso terreno de la realidad.
Peregrinamos en este mundo de inseguridades y amenazas constantes, pero a nuestro lado marcha un Dios que nos ama y está dispuesto a ir con nosotros hasta el fin.
En Acción
Cuando estés ante el abismo, ¡lánzate! Lo harás sin red (visible), pero sostenido por la fe que se agarra a la mano poderosa del Dios que te ama sin descanso. Canta “La mano de Dios” (si es posible, con tu familia).