30 de abril | TODOS
«Pero yo les respondí: “El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros, sus siervos, nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén”» (Neh. 2: 20).
Es admirable ver la ciudad de Lisboa próspera y feliz a pesar de haber sufrido en el pasado dos terribles golpes de la naturaleza. Ya había sido devastada en 1531, por un terremoto de 8 grados, pero en 1755, dos siglos después, una mañana de noviembre, fue sacudida por otro sismo de proporciones gigantescas. Bastaron apenas tres minutos para que Lisboa prácticamente desapareciera. En 1820, sesenta y cinco años después, aún no había sido totalmente reconstruida.
Destruir es fácil, reconstruir lleva tiempo. El pueblo de Dios que había sido deportado a Babilonia tenía ante sí el desafío de reconstruir Jerusalén. No era tarea fácil. El enemigo armó muchas tretas para dificultar la restauración, pero Nehemías invocó el nombre Dios como base de su éxito en la misión (versículo de cabecera).
Percibe el razonamiento de Nehemías. Primero, Dios. «El Dios de los cielos nos prosperará». Es inútil iniciar cualquier tarea confiando solo en el esfuerzo humano. No te atrevas a emprender la lucha de la vida solo. Confía en el Señor. Pero, por otro lado, no te quedes de brazos cruzados confiando en que Dios lo hará todo por ti. Nehemías asumió que serían ellos. «sus siervos», quienes edificarían. La inspiración viene de Dios, pero la transpiración es del ser humano.
¿Cuál es el desafío que enfrentas en estos momentos? ¿Quiénes son tus enemigos? ¿Se han propuesto interrumpir tu obra? Diles, como Nehemías: «Vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén».
En Acción
Cuando sientas que debes hacer algo que Dios pone en tu corazón, no lo pienses más. Hazlo tan bien como puedas y no te obsesiones por las consecuencias. Canta “La reconstrucción” (si es posible, con tu familia).