2 de mayo | TODOS
«Esto me dolió mucho, y arrojé todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la habitación. Luego mandé que limpiaran las habitaciones e hice volver allí los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso» (Neh. 13: 8-9).
Una de las peores tragedias que pueden suceder a los hijos de Dios es la falta de memoria espiritual, la incapacidad de mirar atrás, de aprender de los errores para no repetirlos. Por otro lado, es fácil ver este tipo de conducta en los demás, pero no tanto en nosotros mismos.
El pueblo judío había sido exiliado en Babilonia porque se había apartado de los caminos de Dios. Pasaron setenta años en el cautiverio, regresaron de allí por la providencia divina, y bajo el liderazgo de dos hombres de Dios, Esdras y Nehemías. Ya en Jerusalén habían logrado construir el templo y restaurar la ciudad, pero cuando Nehemías marchó por un breve tiempo a Persia, el pueblo recayó en sus errores antiguos y, al regresar, Nehemías observó que era necesaria una obra de reforma.
El problema empezaba con los líderes. Eliasib, el sumo sacerdote, había hecho alianza con Tobías y Sambalat. ¿Recuerdas a estos personajes? Se habían opuesto a que se reconstruyera el templo. Eran malvados, se oponían a los planes divinos y odiaban al pueblo de Dios.
Pero ahora, Eliasib y Tobías habían hecho alianza. El sumo sacerdote le había otorgado a Tobías residencia permanente en el templo. Ante ello, como relata el texto de hoy, Nehemías mostró su disgusto y ordenó que se revirtiese la situación.
No puede haber condescendencia con el pecado. Lo santo es santo.
En Acción
¿Alguna vez has comido en exceso y luego has sentido el empacho consiguiente? Al realizar algo inconveniente, nos hacemos vulnerables a sus efectos. Por eso es mejor abstenernos de cualquier cosa frente a la cual nos advierte nuestro Padre amoroso.