6 de mayo | TODOS

Cuando los amigos no te entienden

«Entonces respondió Elifaz, el temanita, y dijo: “Si probamos a hablarte, te será molesto, pero ¿quién podrá detener las palabras? Tú enseñabas a muchos y fortalecías las manos debilitadas; con tus palabras sostenías al que tropezaba y afirmabas las rodillas que decaían. Pero ahora te desalientas al venir el mal sobre ti; al alcanzarte, te conturbas”» (Job 4: 3-5).

La inteligencia sin amor te hace perverso, la justicia sin amor te vuelve implacable, y la gentileza carente de misericordia te torna hipócrita. Elifaz, uno de los amigos de Job, intentaba ser amable, pero su corazón destilaba veneno y sus palabras eran flechas incendiarias que afligían el alma del patriarca.

Elifaz había nacido en Temán, una ciudad edomita conocida como un centro de sabiduría. Desde allá viajó hasta la tierra de Uz para visitar a su amigo que atravesaba por el valle de sombra de muerte. Venía con su alforja llena de palabras estudiadas, pero, al ver el estado miserable de su amigo, la envidia escondida brotó de sus labios. Como leemos en el texto de hoy, lo acusó de haber dado maravillosas palabras de consuelo a otros y no ser capaz ahora de vivir sus propios consejos.

«Los que decían ser amigos de Job fueron consoladores miserables que hicieron su caso más amargo e insoportable» (Elena G. White, Testimonios para los ministros, pág. 350).

Los seres humanos, por bienintencionados que seamos, solo vemos las cosas desde el plano horizontal y muchas veces somos crueles con las personas que sufren. Nuestra empatía es vana, nuestro amor humano juzga antes de extender la mano, nuestra conmiseración manchada de egoísmo solo se extiende al que creemos que lo merece. Tal vez por eso afirma Jeremías: «¡Maldito aquel que confía en el hombre!» (Jer. 17: 5).

En Acción

Si un amigo te falla, no lo culpes, trata de entenderlo. No le devuelvas mal por mal. No seas culpable del pecado del que lo acusas. Vive el evangelio. Y ante el dolor de quien sufre, permanece en silencio. Sufre con él, sin palabras. Las palabras son innecesarias cuando tu corazón está unido al suyo.