7 de mayo | TODOS

Mi Redentor vive

«Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo» (Job 19: 25).

Decía el poeta Medardo Ángel Silva: «Con nuestras propias manos temblorosas tejemos nuestro bien y nuestro mal; ¡y deshojamos nuestras propias rosas como en un juego trágico y banal...! Y después, al mirar el alma pobre, es la angustia y desesperación de ver trocado en monedas de cobre todo el oro de nuestro corazón».

¿Era este el caso de Job? Un hombre bueno, convertido ahora en el triste desdichado que arrastraba su cuerpo enfermo y sus cuitas de origen misterioso. ¿Qué había hecho él para sufrir tamaña prueba? ¡Cuál era su delito? Simplemente había andado en los caminos de su Dios, y ahora pagaba el precio de su integridad.

Los amigos le decían que seguramente escondía algún pecado oculto; que nadie sufre sin motivo; que el mal jamás inunda la vida de un hijo obediente. La propia esposa le aconsejó que maldijera a Dios y muriera, pero en medio de su dolor y angustia, él afirmó: «Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo».

No veo al Señor por ningún lado, pero sé que está ahí. Las circunstancias me gritan que me ha abandonado, pero yo sé que está a mi lado. No sé cuándo, ni cómo, pero él me levantará del polvo. Su Palabra es eterna, sus promesas no fallan. La noche está llegando más oscura que nunca, el sol agoniza en los brazos de la oscuridad, pero yo sé que mi Redentor vive.

Ay, Job, moderno Job, que sufres sin entender la razón de tus tormentos, Job de nuestros días que agonizas en un mar de preguntas sin respuestas. Levanta tus ojos al cielo, aunque nada veas, aunque el viento huracanado se haya llevado todo dejándote al relente. Tu Dios está más cerca de lo que imaginas.

En Acción

Tal vez un día, puede que un día soleado, no veas más que noche en tu vida. Es posible que esa situación se prolongue un día más, y aun otro… Pero espera, espera y espera. Espera todavía un poco más, y llegará el día en que saldrá el sol radiante para iluminar tu tristeza. Canta “Mi Redentor vive” (si es posible, con tu familia).