8 de mayo | TODOS

La superioridad y sabiduría de Dios

«Y dijo al hombre: “El temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”» (Job 28: 28).

En la opinión del filósofo y matemático griego Pitágoras, la sabiduría es el conocimiento supremo que solo puede ser anhelado, pero nunca alcanzado. Es una especie de utopía que ningún ser humano alcanza. Platón, por su parte, dijo que la sabiduría es una virtud innata, una especie de don no adquirido, privilegio concedido a unos pocos mortales. Para Aristóteles, es la ciencia capital, la perla preciosa tras de la cual corren todos. El que la encuentra será pleno, realizado y feliz, y hará felices a los que le rodean.

Siglos antes de todos ellos, Dios le explicó al ser humano que la sabiduría se resume en «el temor del Señor» y en «apartarse del mal». Probablemente se lo dijo a Adán después de su búsqueda inútil de sabiduría recorriendo caminos de desobediencia y rebeldía. Cuando Eva y él vieron que el fruto del árbol era agradable a los ojos, y que era deseable para adquirir sabiduría, lo tomaron y se lo comieron. Se olvidaron de que la verdadera sabiduría sigue los consejos divinos y te aleja del mal (Gén. 3: 6).

¡Locura humana! Nuestros primeros padres anhelaron sabiduría y se volvieron necios, perversos y miserables, siguiendo sus propios caminos. Entonces el Señor se presentó ante ellos y les dijo que la verdadera sabiduría sigue un rumbo opuesto.

Adquirir sabiduría requiere poner a un lado nuestros más elementales apetitos. Para alcanzarla, rindamos nuestra voluntad a los pies de Jesús.

En Acción

¿Estás dispuesto a crecer en sabiduría a costa de lo que sea? Si lo haces, comprobarás que vale la pena. ¡Serás más feliz después!