10 de mayo | TODOS
«De oídas te conocía, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42: 5-6).
Cuando los griegos clásicos hacían investigación científica, la basaban más en la deducción y la especulación racional que en la observación directa de sus objetos de estudio. Como ejemplo (un poco caricaturesco, pero útil a modo ilustrativo), si deseaban conocer una flor, se dirigían a la biblioteca y estudiaban su esencia, sus funciones, su composición, y la variedad de su naturaleza. Centraban el conocimiento en la teoría (especulativa). Esto es una herencia que recibimos de la cultura helenística. En cambio, cuando la Biblia usa el verbo ‘conocer’, lo asocia con la experiencia. Para conocer una flor, desde el enfoque bíblico, has de ir al campo y observarla en su ambiente natural, sentir su olor, y ver la variedad de sus formas y colores.
Job conocía a Dios antes de ser probado. Era un varón perfecto ante los ojos del Altísimo, pero al descender a las profundidades del dolor y del sufrimiento, al verse criticado y condenado por sus mejores amigos, al observar la conmiseración reflejada en los ojos y las palabras de la propia esposa, llegó a adquirir un concepto más profundo de su Creador, y en su dolor se agarró de la mano invisible del Señor, hasta decir: «Yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo» (Job 19: 25).
Un día la tormenta pasó, porque en esta vida todo pasa. Se van los momentos buenos, pero los malos también. La neblina se evapora, la oscuridad huye despavorida con la llegada del sol. Y cuando el sol brilló de nuevo en la experiencia del patriarca, declaró que realmente era ahora cuando empezaba a conocer a Dios: «De oídas te conocía, pero ahora mis ojos te ven», lo cual le llevó al arrepentimiento como cambio de visión acerca de su Creador y Salvador.
Job ya tenía noticias de Dios antes de ser probado, pero solo «de oídas». Cada nueva revelación de Dios brilla de un modo que el conocimiento anterior parece pálido. Lo que Job acababa de vivir era tan real que hizo que todas sus experiencias previas parecieran irreales.
En Acción
No necesitas pasar por el valle del dolor para llegar a tener la experiencia de Job. Haz de cada día una jornada especial de comunión con Jesús para conocerle tal cual es. La más íntima y profunda alegría llenará tu corazón a raíz de ello.