21 de mayo | TODOS
«Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el mediodía» (Sal. 37: 5 -6).
Judit era una señora que no confiaba en las promesas divinas porque oraba constantemente para que el Señor la ayudara a encontrar un buen empleo, pero no conseguía nada. «No sé si seguir creyendo», se quejaba con sus amigas.
El problema con ella era que se limitaba a orar, pero no salía en busca del anhelado empleo. Dios es el Señor del equilibrio. A través de Salomón dice: «No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal» (Prov. 4: 27). Quiere decir que tanto la derecha como la izquierda son caminos del mal. Aquí encontramos la esencia del equilibrio.
El ser humano es fácilmente víctima del desequilibrio. Algunos, como Judit, toman el salmo de hoy y descansan pasivamente en los brazos de la inactividad y el descuido, repitiéndose a sí mismos: «Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará».
El salmista no quería decir que encomendar el camino a Dios signifique dejar que Dios lo haga todo. En el idioma hebreo el verbo ‘encomendar’ no libera al ser humano de su responsabilidad, sino que le alivia la carga porque el poder divino entra en acción. Salomón describe mejor esta idea al decir: «Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados» (Prov. 16: 3). Tus obras, es decir, tu esfuerzo, tu sudor, tu lucha. Permite que Dios participe de tus preocupaciones. Si lo hace, él afirmará tus pensamientos, te dará seguridad, certidumbre y firmeza.
En Acción
¿Qué dramas estás viviendo? ¿Qué desafíos necesitas enfrentar? No temas. Si luchas solo, fracasarás; pero si encomiendas al Señor tu camino, te sorprenderás con las ideas que él pone en tu mente y verás que hay salidas. Canta “Encomienda a Jehová tu camino” (si es posible, con tu familia).