22 de mayo | TODOS
«Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor, y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová» (Sal. 40: 1-3).
El pozo de la desesperación no es un punto definido del dolor, es más bien un largo camino que parece no tener fin. David era un fugitivo, un perseguido que huía por salvar su vida. Cuando escribió este salmo, todavía no había asumido el trono, no había cometido aún el horrible pecado del abuso de poder. No existían razones lógicas para sufrir, a no ser el hecho de peregrinar por este mundo deformado por el pecado. El rey Saúl se negaba a entregarle el reino a pesar de que David ya había sido ungido rey.
Caminaba el errante ungido por las agrestes laderas de su destino, intentando escapar de su dolor, recuperar el optimismo perdido, pero no podía, y en cierta ocasión se derrumbó entre márgenes y hondones, se puso a esperar y esperar.
En el Salmo 37 el salmista empieza a esperar, en el 38 y el 39 sigue esperando y rumiando su dolor, pero en el 40 relata, como hemos leído arriba, que al fin interviene Dios para librarlo.
La aparente demora divina no fue divina, sino humana. No somos nosotros los que debemos decirle a Dios cuándo intervenir. Él conoce el dolor de cada hijo, el sufrimiento de cada alma, él oye el clamor silencioso de cada hijo o hija e inclina su oído. La expresión «inclinar el oído» describe la actitud divina de reducir las distancias. El pecado te separó de Dios, pero al volver los ojos al Señor en tu derrota, él se aproxima de ti y tus enemigos ya no pueden tocar tu vida.
En Acción
Parte del fruto del Espíritu es la paciencia, importante elemento del carácter renovado. Dios no solo quiere «sacarte del pozo», quiere que salgas de él transformado. Por eso a veces creerás que se retrasa, cuando su Espíritu ya está actuando en ti. Canta “Él oyó mi clamor” (si es posible, con tu familia).