24 de mayo | TODOS
«Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestra segura ayuda en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes» (Sal. 46: 1-3, NVI).
No lo ves. Sé que no lo ves. Hay momentos en que, por más que lo necesites y quieras, no lo ves. Las nubes del dolor y de la tristeza son tan densas que te impiden verlo. En esos momentos solo resta la fe.
¿Cómo entender, por ejemplo, que la persona que un día te juró amor eterno de repente te mire a los ojos y casi con indiferencia te diga: «Se acabó», o «Necesito un tiempo para pensar»?
¿Pensar qué? ¿Que el amor no era amor? ¿Que no sabía lo que estaba haciendo? ¿Que se engañó?
La promesa bíblica de hoy es que el Señor está junto a ti aunque no lo veas. Aunque el corazón herido te grite llorando que Dios también te abandonó. Aunque quieras dormir y nunca más despertar, Dios está junto a ti, poderoso, y te salvará. Por ello, no temas, aunque la tierra se conmueva bajo tus pies, aunque los montes de tus esperanzas sean removidos y arrojados al mar, aunque bramen a tu alrededor las amenazas como rugidos de temibles tormentas.
El Señor nunca te prometió que en esta vida no tendrías problemas. Lo que te prometió es que en medio de ellos nunca estarías solo. Que él te acompañaría aun en la más negra adversidad, esa que te parece lo más opuesto a su divina presencia.
La palabra ‘refugio’ expresa la idea del lugar donde se esconde el ratoncito del gato. Desde fuera, el inquietante felino puede gruñir, amenazar, poner cara fea, pero, mientras el inofensivo animalito esté en su refugio, su enemigo jamás lo podrá alcanzar.
En Acción
¿Te sientes amenazado por algo? Dios es tu refugio, escóndete en sus brazos protectores y espera con paciencia a que las oscuras nubes de la tormenta den paso al azul de un nuevo amanecer. Canta “Dios es nuestro amparo” (si es posible, con tu familia).