26 de mayo | TODOS

Confíale a Dios tus afanes

«Echa sobre Jehová tu carga y él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo» (Sal. 55: 22).

¿Cuántas veces has orado y has tenido la sensación de que Dios no te respondía? En cierta ocasión el propio Señor Jesucristo dijo que pedimos y no recibimos porque pedimos mal. No sabemos pedir. De hecho, aunque pidamos con toda sinceridad, no sabemos hacerlo. Si supiésemos, con toda seguridad Dios respondería nuestras oraciones.

La razón de nuestra manera errónea de pedir tiene que ver con nuestra propia humanidad y nuestro limitado concepto del bien y del mal. El egoísmo arraigado en nuestra naturaleza nos lleva a pedir, y a hacerlo basándonos en nuestros deseos, orientados por intereses egocéntricos, momentáneos y pasajeros.

Glaucia deseaba ser madre. Diez años después de casada no concebía y empezó a obsesionarse. Suplicaba a Dios, pedía a todos que orasen por ella y se había endeudado buscando dinero para pagar a los mejores especialistas y probar los métodos más sofisticados de fertilización, hasta que por fin quedó embarazada. Pasó los nueve meses de embarazo en una situación delicada en extremo, pero el día del alumbramiento fue un día de fiesta. Ella pensaba que, ahora sí, Dios la había oído y atendido sus súplicas.

Ya han pasado veinte años, y hoy Glaucia cree que insistirle a Dios fue la peor decisión de su vida. «Si pudiese volver veinte años atrás, aceptaría la voluntad del Señor», escribió en una dramática carta en la que contaba la vía dolorosa que atravesaba por causa del hijo rebelde.

¿Se equivocó Glaucia al insistirle al Señor que le diese un hijo? No lo sé. Pero el versículo de hoy nos exhorta a echar sobre Jehová nuestra carga y él nos sostendrá. Quiere decir que él hará lo que sea mejor para nosotros.

¿No quisieras depositar tus preocupaciones en sus manos y aceptar su amor sabio y misericordioso?

En Acción

Cuanto mejor conozcas a Dios, más te persuadirás de que su amor aligera tus cargas. En todo caso, prueba ya a depositarlas en sus espaldas y espera en él. Canta “Él te sostendrá” (si es posible, con tu familia).