29 de mayo | TODOS

El que habita al abrigo del Altísimo

«El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: “Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”» (Sal. 91: 1-2).

No se puede definir quién escribió este salmo. Algunos lo atribuyen a Moisés y otros creen que el autor fue David. Lo cierto es que quien quiera que haya sido compuso una de las piezas poéticas más extraordinarias de la Biblia. No solo por la elegancia de la redacción y el elocuente uso de figuras literarias, sino, principalmente, por el mensaje, que expresa la confianza del ser humano en Dios a pesar de los peligros que lo rodean y de las amenazas que lo acechan.

El Salmo empieza presentando a Dios como un escondrijo donde la criatura se refugia de sus enemigos. Una especie de morada en la cual puede vivir sin temor. No se trata de un lugar físico de adoración al que llamamos templo, sino del propio Dios. La idea del salmista es mostrar la vida con Dios como una experiencia real de comunión y gozo compartido con él.

El ser humano fue creado para vivir esta experiencia. Desde la misma creación, el plan divino era que Adán y Eva aprendieran a caminar con él, a vivir con él y en él. Por desgracia, el pecado causó separación entre el Creador y la criatura. El ser humano se apartó de Dios y escogió su propio camino de destrucción y muerte, y entonces empezaron sus problemas.

Desde aquel día, peregrinamos por el desierto árido de un mundo plagado de contradicciones. Hay dolor, muerte, traición, violencia e injusticia por dondequiera que vayamos. El mundo en el que vivimos no es nuestro hogar. Nuestro hogar real es el abrigo de Dios, la sombra del Altísimo. Él es nuestro escudo protector. Nunca deberíamos haber salido de allí. A la vez, nunca es tarde para regresar.

En Acción

Dedica este día a la reflexión. No te dejes intimidar por los desafíos que la vida te presenta. No temas la acción destructiva de tus enemigos. Levanta los ojos al cielo y arrójate en los brazos del Dios omnipotente. Canta “Al abrigo del Altísimo” (si es posible, con tu familia).