15 de enero | TODOS

No te dejaré si no me bendices

«Y dijo: “Déjame, porque raya el alba”. Jacob le respondió: “No te dejaré, si no me bendices”. “¿Cuál es tu nombre?”, le preguntó el hombre. “Jacob”, respondió él. Entonces el hombre dijo: “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”» (Gén. 32: 25-26).

Veinte años habían pasado desde que Jacob huyera a Parán a fin de salvar su vida. Dos décadas de dolor y explotación. Tras engañar a su padre, fue engañado por el suegro. Todo lo que el hombre siembra lo cosecha después. 

A pesar de las injusticias causadas y sufridas, las bendiciones divinas lo acompañaron. Volvía rico, con sus esposas, hijos, empleados y ganado. Le faltaba, sin embargo, reconciliarse con Esaú, su hermano. El pasado no se arregla solo pidiendo perdón a Dios. Es necesario saldar las deudas humanas, pero Jacob había huido, pensando que el tiempo borraría sus errores. El tiempo pasó y, pese a la aparente prosperidad, la culpa lo seguía corroyendo. 

Un día, él y los suyos llegaron a las orillas del río Jaboc. Hizo pasar a su gente al otro lado del río y se quedó solo. Entonces apareció el ángel del Señor y luchó contra Jacob toda la noche. Veinte años intentando convencerlo de que era necesario arrepentirse, y nada. Entonces el ángel le tocó el muslo y, en el dolor, Jacob suplicó: «No te dejaré si no me bendices». ¿No había recibido la bendición cuando engañó a su padre? Sí, pero bendición con engaño es maldición.

El ángel le hizo la misma pregunta que Isaac le hiciera dos décadas atrás: «¿Como te llamas?». Esta vez no dijo que era Esaú. Reconoció que era Jacob, el engañador, mentiroso y deshonesto. Pero la confesión apenas había salido de su boca cuando le llegó la respuesta: «No serás más Jacob. Ahora te llamarás Israel». 

¡Esa puede ser tu experiencia hoy!

En Acción

«Lucha» con Dios pero no para convencerle de que te ame, pues él es amor. «Lucha» hoy con él para mantenerte a su lado. Y para que así, al conocerle, te vuelvas a su imagen superando el orgullo o cualquier debilidad de carácter. Como Jacob, no te sueltes del Señor. Canta “No te dejaré” (si es posible, con tu familia).