30 de mayo | TODOS
“El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán;
estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto y que en él no hay injusticia.” ( Salmos 92: 12-15)
Cuando nuestro planeta salió de las manos del Creador era una tierra esplendorosa. Todo florecía. No había cardos, ni espinas, ni tierra seca y sin vida. Todo eso apareció como consecuencia del pecado. El pecado mata. Te aleja imperceptiblemente del Dios de la vida y te conduce al territorio de la muerte. Al principio te hace creer que las cosas te irán mejor sin Dios pero el tiempo se encarga de mostrarte la triste realidad. Tu existencia se deteriora y tus sueños se marchitan y secan.
¿Hay esperanza para la persona cuya visa está destruida por el pecado? ¿Existe posibilidad de recuperación para el que se siente arrasado por los vendavales de este mundo? La promesa de este salmo es que el justo florecerá como la palmera y crecerá como el cedro del Líbano. Percibe que los justos no florecen por la ausencia de
dificultades. El ambiente a su redor es hostil y desértico. Ellos florecen porque son justos.
Los cedros del Líbano eran conocidos por su tamaño, fuerza, durabilidad, belleza y utilidad y el salmista compara a los justos con estos árboles majestuosos. Y dice más, Los justos reciben su fuerza del Santuario, donde se encuentra la presencia de Dios. Ellos no brillan por su propio esplendor. Solo reflejan el carácter del Creador.
El tiempo pasa. Los años van y vienen pero los justos siguen brillando. “Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto y que en él no hay injusticia.”
En Dios todo es justo porque Él es justo. Es la fuente de la justicia. Su nombre es justicia, y los que aprenden a vivir con Él acaban tornándose Justos. ¿Te gustaría ser como la palmera que no se deja arrasar ni por el tiempo, ni por las dificultades?