31 de mayo | TODOS
«Decid entre las naciones: “¡Jehová reina! También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los pueblos con justicia”» (Sal. 96: 10).
Quisier a escribir hoy un texto que alegre los corazones tristes. Un texto capaz de levantar al caído y de mostrarle que aún hay esperanza. Que la pareja a punto de divorciarse de repente vea, en el fondo del pozo, un tenue rayo de luz y sepa que no todo está perdido. Que el padre del joven toxicómano entienda que su hijo puede ser libertado.
¡Oh, cuánto me gustaría poder decirle al desahuciado por la ciencia médica que la extrema necesidad del ser humano es la oportunidad de Dios! Quisiera ser el sol de un nuevo día, anunciando que la noche se fue y que ya no hay motivo para tener miedo. Que las lágrimas son el recuerdo de un momento difícil pero que está naciendo un nuevo día.
Todo eso quisiera. Y solo tengo un pedazo de papel y un lápiz. Solo tengo mis propios miedos, mi humanidad carente, mis limitaciones. Aun así, quiero seguir siendo la trompeta que anuncia la victoria. Por eso voy a la Biblia y me refugio en la Palabra eterna de un Dios que no cambia, que trasciende el tiempo y gobierna el espacio. Es mi Dios y el tuyo. Y nos ordena: «Decid entre las naciones: “¡Jehová reina!”».
Por eso te aseguro que, aunque las sombras del dolor te envuelvan, aunque en tu cielo no haya estrellas, aunque tu cisterna no tenga agua y tus sueños parezcan desmoronarse como un castillo de arena, él hará maravillas en tu vida, porque «afirmó el mundo, y no será conmovido; juzgará a los pueblos con justicia».
En Acción
¡Espera en él! Te parece que sus promesas se demoran, pero son reales, como el sol que brilla más allá de las nubes oscuras. Aprende a confiar en él y desearás cada vez más anunciar al mundo su justicia; es decir, ¡su amor! Canta “Él viene para juzgar” (si es posible, con tu familia).