8 de junio | TODOS
“Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores, pues que a su amado dará Dios el sueño.” (Salmos 127:1-2)
Encima del escudo de la ciudad de Edimburgo, en Escocia, se puede leer en latín, una frase extraordinaria: “Nissi dominus frusta”, que significa: Sin el Señor solo hay frustración. Este puede ser el resumen del Salmo 127. El ser humano puede construir casas, levantar edificios majestuosos, edificar fortalezas indestructibles. Puede correr atrás de sus sueños y trabajar con ahínco y dedicación, desde la madrugada hasta el anochecer. Sin embargo, si Dios No es colocado en el mismo principio de sus planes y proyectos. Todo los que haga, solo le traerá frustración y amargura.
Es necesario reflexionar en las palabras de Salomón, autor de este salmo. Él no sugiere que el constructor que deje de trabajar, ni aconseja a los guardias que paren de vigilar y duerman. La confianza en Dios no significa cruzarse de brazos esperando que las cosas vayan bien o mal “porque Dios lo permite”. La idea implícita es que, el que edifica la casa lo haga con esmero y dedicación. Que, el vigía de la ciudad cumpla su deber ejerciendo toda su capacidad. Pero lo que el ser humano realice será siempre incompleto e insuficiente, si no se coloca a Dios como el principio de todo.
La vida es una maestra cruel y rigurosa. Tú puedes olvidarte de Dios y escoger tu propio camino, pero la vida, te enseñara con la vara del tiempo, que sin Dios, todo es frustración. Inútiles son los esfuerzos de la pobre criatura sin Dios.
Salomón escribía de su propia experiencia porque en un momento de su vida se olvidó de Dios y descendió a las profundidades del vacío y el descontentamiento. Arrepentido, más tarde, regresó al Señor y nunca más se apartó de Él. ¿Qué harás tú con este
consejo?