16 de enero | TODOS

José, traicionado por sus hermanos

«Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarlo. Se dijeron el uno al otro: “¡Ahí viene el soñador!”» (Gén. 37: 19).

La vida solo vale la pena vivirla cuando eres capaz de soñar. Pero todo sueño tiene un precio, que a veces puede ser la propia vida. A pesar de los riesgos, no temas soñar. Las personas pueden matar al soñador, pero no al sueño. Así que hay que seguir soñando, siempre soñando. No obstante, es necesario remangarse y entrar en el terreno de la acción. De otro modo, el sueño puede transformarse en pesadilla.

José era un soñador. Así lo llamaron sus hermanos, entre sí, al verlo venir. Y tramaron contra él. El joven había sido enviado por su padre para ayudarlos. Les llevaba auxilio para que no murieran de hambre; en cambio, ellos conspiraban para traicionarlo.

Siglos después vendría a este mundo el más grande soñador de la historia. Llegaría trayendo la salvación de la raza humana, pero sus «hermanos» conspirarían contra él y lo traicionarían.

Desde el punto de vista humano, tal vez los conspiradores fuesen dignos de la pena de muerte. Pero tanto Jesús como José intercedieron por los traidores y les ofrecieron salvación. 

La traición de los hermanos de José no fue simple coincidencia. Dios aprovechó su fechoría para prepararles un futuro mejor. Con Jesús sucedió igual. Desde la eternidad ya estaba preparado el plan de salvación. Alguien tendría que sufrir, padecer y morir para salvar a la raza caída.

¡Misterios del amor!

En Acción

Dios desea que realices tus sueños, esos que te darán la alegría más genuina. Pídele a Jesús que confirme los sueños y planes que tiene para tu vida. Y que seas un medio que facilite el cumplimiento de los planes de Dios en las vidas de otros.