10 de junio | TODOS
«Cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que lo temen; oirá asimismo el clamor de ellos y los salvará» (Sal. 145: 18-19).
Agonizaba el malhechor clavado en una cruz. En los estertores de la agonía sentía que había desperdiciado el precioso don de la vida. Su angustiado corazón le decía que merecía lo que estaba sufriendo. Había sido un hombre malo y había causado dolor a mucha gente.
Pero en esta vida todo acaba. Su corta historia se estaba cerrando de manera trágica. Al atardecer de aquel día cruel, cansado de soportar el dolor físico y moral, echó a un lado la cabeza herida, esperando la muerte, ¿y a quién encontró? Nada menos que al Señor Jesús, muriendo con él.
Ya casi sin fuerzas, se dirigió al Redentor y le dijo: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino». La oración no había terminado de salir de sus labios cuando la respuesta le llegó. «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso».
La más extraordinaria verdad de todos los tiempos es la que expresa el texto de hoy: la maravillosa cercanía de Dios, su permanente disposición a escucharnos y bendecirnos.
«Jesús es nuestro amigo; todo el cielo está interesado en nuestro bienestar. No debemos permitir que las perplejidades y cuidados cotidianos desgasten la mente y oscurezcan nuestro semblante» (Elena G. White, El camino a Cristo, pág. 123).
En Acción
No importa quién seas o cómo hayas vivido hasta aquí. Si invocas a Dios con profundo anhelo, su mano te alcanzará y su toque iluminará tu más negra noche. Jesús está a la puerta de tu corazón y llama. ¿Cuál será tu respuesta? Canta “Cercano está el Señor” (si es posible, con tu familia).