12 de junio | TODOS
«Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas» (Prov. 3: 5-6).
¿Alguna vez tomaste un sendero errado y tardaste en darte cuenta? Sentirías frustración y desengaño. Perdiste tiempo y esfuerzo. Yo trabajé como misionero en la Amazonía de mi país y en algunas ocasiones me equivoqué de camino. Sé lo que significa sentir que se aproxima la amenazadora oscuridad, trayendo en sus sombras los peligros de la selva.
A pesar de que un extravío físico puede ser arriesgado, es mucho más peligroso y fatal el extravío del alma. La poetisa Carmen Canto se lamentó: «Nos perdemos en la vereda de la nada, soportamos aromas de ausencia y muerte […]; sorprendidos, al observar ayeres sin mañana y formas sin latido ni cordura. De nuevo siento la frialdad de este mundo en mis llagas […]. De nuevo la vida calla y no encuentro cura».
Siglos atrás, sin embargo, el sabio Salomón presentó el secreto para evitar el extravío del alma. Hablando de Dios como un Padre, expresó lo que hemos leído en el texto de hoy. Dios conoce el camino mejor que nadie, porque él es el camino. Los seres humanos seríamos felices si aprendiésemos a confiar en el Señor.
La frase clave del texto es «con todo tu corazón». No es una confianza dividida. Es completa, íntegra, plena. Es el reconocimiento humilde de que somos criaturas y Dios es el Creador. Es la aceptación de que, sin él, vagaremos en el mundo como ovejas sin pastor tratando de encontrar el camino correcto y cayendo en el abismo de nuestras propias pasiones.
En Acción
No le regatees ni un átomo de tu ser al Señor, ¿o es que quieres volver a equivocarte? Deja que sea su sabiduría la que modele tu prudencia. Canta “Confía en el Señor” (si es posible, con tu familia).