23 de junio | TODOS

Acuérdate de tu Creador

«Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”» (Ecle. 12: 1).

El poeta y escritor nicaragüense Rubén Darío fue llamado el «príncipe de las letras castellanas» por causa de su notable obra literaria, y, sin embargo, sus últimos días fueron empañados por el alcoholismo, que le causó problemas de salud y crisis psicológicas saturadas de exaltación mística y una fijación obsesiva con la idea de la muerte.

A pesar de las dificultades emocionales que enfrentaba, escribió mucho sobre la vida, y en cierta ocasión plasmó en el papel la siguiente sentencia: «Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer».

La pregunta natural sería: ¿Es posible amar la vida, estando enamorado de la muerte? Por absurdo e incoherente que parezca, sí, es posible. La existencia humana está permeada de locuras, desde la entrada del pecado. Las personas sin Cristo caminan por sendas agrestes sobre la piel del planeta. Son almas tristes que se extravían en la noche de su pasado, acompañadas de un recuerdo, de una lágrima que resbala por las arrugas del tiempo.

¡Cuántos seres humanos lamentan la vida perdida! Corrieron desesperados buscando vida cuando en realidad solo buscaban dinero y placer. Pensaban que con dinero podrían ponerles «sabor» a las cosas. Y hallaron solo cosas. Pusieron su corazón donde estaba su tesoro. Y su tesoro estaba en la tierra, donde las cosas son pasajeras y fugases. Donde nada dura. «Ahora es tarde», se lamentan, tristes, y caminan con las manos vacías en los bolsillos del alma.

Salomón fue uno de ellos. Hubo una etapa en su vida en que se olvidó de Dios, anduvo en sus propios desvaríos y malgastó su juventud. En cambio, al llegar sus años de senectud afirmó que es necesario buscar al Señor antes que la vida se acabe.

En Acción

¿Cómo administras tu vida? ¿Trabajas hoy para tener sustento mañana? ¿Inviertes sabiamente tu tiempo? Y, por supuesto, ¿te concedes horas para el reposo y el alegre esparcimiento? Canta “Acuérdate de tu Creador” (si es posible, con tu familia).