4 de julio | TODOS
«Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán» (Isa. 40: 31).
El profeta contempló el panorama de Israel y Judá a lo largo de años. Vio sus aciertos y sus errores, su conducta formalista y superficial, desprovista de amor. En el texto de hoy, anuncia la actitud del pueblo a su regreso de la cautividad. Hombres, mujeres y niños regresaban cargados de incertidumbres y temores. La ciudad estaba destruida y la fe de los que habían permanecido en Jerusalén se encontraba contaminada por el paganismo.
En esas circunstancias los judíos se preguntaban si el Señor aún se acordaría de ellos. Y Dios les dijo a través del profeta que él conocía el nombre de cada estrella y que, con toda seguridad, se acordaba también de ellos. Los desafió a levantar los ojos, a ver el cielo y a dejar de mirar solo en el plano horizontal.
En esas circunstancias afirmó lo que leemos hoy en el versículo de cabecera. Esta es la promesa a un pueblo cansado y agobiado; gente afligida y sin esperanza, que había perdido la fe en el Dios Todopoderoso.
Si ellos se atreviesen a confiar en el Señor, él les daría alas como a las águilas para ser capaces de volar en el cielo azul, para no conformarse con escarbar la tierra de esta vida. El Señor les prometió que, aunque tenían una larga carrera delante de sí, no se cansarían porque su confianza no estaría depositada en seres humanos sino en el Dios que nunca falla.
En Acción
Esa promesa es también para ti. A veces necesitas esperar, por más que vivas en un mundo inmediatista que anhela resultados instantáneos. En el reino divino las cosas son diferentes. La paciencia permite que obre Dios. ¡No te desanimes! ¡Sigue luchando y confiando en el Señor! Canta “Los que esperan en Jehová” (si es posible, con tu familia).