6 de julio | TODOS
«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti. Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba a cambio de ti» (Isa. 43: 2-3).
La promesa divina es clara y sin rodeos. No dice «si un día pasas por el fuego». Las lenguas abrasadoras de las ardientes llamas no son una posibilidad, sino una realidad. El texto afirma: «cuando pases por el fuego». Es inevitable. Mientras recorramos las rutas peligrosas de esta vida, nos toparemos con pruebas. El dolor y las adversidades serán el pan nuestro de cada día. Desde la entrada del pecado vivimos en un mundo condenado a una muerte lenta y constante.
Por eso la promesa divina no dice «cuando andes por un camino alfombrado y lleno de confort», sino que habla de incómodas «aguas», «ríos» y «fuego». La tormenta llegará, pero tú permanecerás firme como la roca. El huracán arrastrará lo que encuentre a su paso, pero tú resistirás como la palmera que se dobla, pero no se quiebra.
La vida está plagada de obstáculos variados y multiformes. A veces son aguas turbulentas, otras son ríos caudalosos, y otras, fuego abrasador, pero en medio de todo eso el Señor estará contigo y te salvará.
En Acción
Mira hoy a tu alrededor, ¿cuáles son los ríos, las aguas y el fuego que te amenazan? No temas, no huyas, no te escondas. Enfrenta las batallas seguro de que no estás solo. Tu Dios no conoce derrotas. Agárrate de su brazo poderoso y desistirán tus enemigos. Canta “Cuando pases por las aguas” (si es posible, con tu familia).