13 de julio | TODOS
«“Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí”, dice Jehová, “así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí”, dice Jehová» (Isa. 66: 22-23).
Cierro los ojos e imagino la tierra nueva. El pecado ha llegado a su fin, no existen más el dolor ni el sufrimiento. La muerte es una enemiga derrotada. La enfermedad y la angustia existencial se han esfumado. Todo ha sido hecho de nuevo y, al llegar el sábado, los redimidos se reúnen para alabar a Dios por su creación y su redención.
El sábado no es solo un día de descanso, es también señal de la soberanía divina. Dios es Dios y no hay otro. Siglos atrás, en un distante punto del universo, Lucifer intentó desestabilizar el gobierno divino, se rebeló y engañó a un tercio de los ángeles diciéndoles que Dios era un dictador, y que él los libertaría del poder que los sometía a una vida de servil obediencia.
Lucifer fue derrotado en el cielo, pero ese espíritu de rebeldía y desobediencia se trasladó a la tierra y durante siglos la humanidad continuó escuchando las acusaciones malignas. Sin embargo, hubo un remanente de hijos fieles que prestaron atención únicamente a Dios y a su Palabra escrita. Aquel grupo fue perseguido y maltratado por su fe. En cierta época, se escondían en cavernas para seguir guardando el sábado como Dios les había ordenado.
Pero todo eso ya es historia. La pesadilla de la rebeldía humana llegó a su fin. Los redimidos están finalmente con su Creador, se ha superado la ruptura provocada por el pecado. El pueblo del Señor se alegra y regocija en la salvación. Los cielos nuevos y la nueva tierra permanecen delante del Creador, los redimidos también. Y para celebrar la victoria del bien sobre el mal, «de sábado en sábado, vienen todos a adorar delante del Señor».
¿Deseas estar en esa maravillosa reunión? ¿Estaréis tú y tu familia entre esos redimidos?
En Acción
Ser fiel a Dios vale la pena porque tu fidelidad conmoverá a otros que, por causa de ello, también querrán conocerle. Y más si a la vez transmites la radiante alegría de la salvación. Así, muchos vendrán «a adorar delante de mí». Canta “De sábado en sábado” (si es posible, con tu familia).