17  de julio | TODOS

El árbol junto a las aguas

«¡Bendito el hombre que confía en Jehová, cuya confianza está puesta en Jehová!, porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces. No temerá cuando llegue el calor, sino que su hoja estará verde. En el año de sequía no se inquietará ni dejará de dar fruto» (Jer. 17: 7-8).

Hay que sentarse y mirar, de vez en cuando, desde las alturas de la existencia. Te invito hoy a contemplar las actitudes humanas con la alegría del labrador que se pone a comer satisfecho delante de sus campos llenos de frutos maduros. Eres tú. Todo a tu alrededor es quietud de recinto familiar que agradece la abundancia de pan y de sonrisas. Hay gozo en tu corazón y regocijo en tu alma. Eres un árbol plantado junto a las corrientes de las aguas y bebes la esencia de la vida que te capacita para ser fructífero y feliz.

Ese es el cuadro que describe Jeremías en el texto de cabecera. La promesa divina no afirma que no habrá tiempos de sequía, sino que, en medio de ella, quien confía en Dios dará fruto.

Qué contraste con quien deposita su confianza en los recursos humanos, y no en Dios. Ese, dice Jeremías, «será como la retama en el desierto, y no verá cuando llegue el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada» (17: 6).

Tierra despoblada, arena cruel de sequedades, pobre retama seca en el desierto. ¿Quién desea semejante vida? Por eso, en medio de la agitación del mundo competitivo en el que vivimos, vale la pena detenerse a evaluar si estamos plantados o no junto a las corrientes de agua pura. Si nuestra confianza está depositada en Dios, o en el esfuerzo humano.

En Acción

Detente hoy un rato para hacer balance de tu vida. ¿Estás «plantado» junto a aguas puras, o en el más árido desierto? Si puedes, evalúalo y comparte reflexiones sobre ello con algún allegado (pareja, hijos, padres, hermanos, amigos fieles…). Canta “El árbol junto a las aguas” (si es posible, con tu familia).