20 de enero | TODOS
«El clamor, pues, de los hijos de Israel ha llegado ante mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel» (Éxo. 3: 9-10).
Los nogales desprendían su aroma de nueces verdes, que se juntaba con el olor del ganado y del barro fresco usado en la fabricación de ladrillos. Era casi todo lo que tenían. Esclavos sin esperanza, gente condenada a una vida sin muchas perspectivas.
Años atrás, sus antepasados habían llegado a Egipto buscando un poco de trigo para sobrevivir. Fueron bien tratados al principio porque José era el primer ministro. Pero los tiempos cambiaron, porque todo cambia en la vida, y el faraón ya era otro que ni se acordaba de José. Los israelitas eran vistos ahora como un montón de esclavos que se multiplicaban con rapidez y amenazaban la soberanía del país.
El pueblo sufría. Nadie es feliz privado del oxígeno de la libertad. Hombres, mujeres y niños clamaban sin cesar, y Dios oyó su clamor y levantó un libertador. Como leemos en el versículo de hoy, llamó a Moisés para confrontar al faraón de su parte.
El llamado de Dios a Moisés involucraba dos mandatos: «Ven» y «te enviaré». No te atrevas a ir, sin antes venir. «Moisés, tú no eres nada. La primera vez, hace cuarenta años, intentaste ir sin venir, y fracasaste. Por eso, ven a mí, recibe mi poder y mi autoridad para enfrentar la montaña de dificultades que encontrarás en el camino».
Dios tiene una misión para ti hoy: que ayudes a las personas a ser liberadas del cautiverio del pecado. No te atrevas a ir a ellas sin primero venir a la fuente de todo poder e inspiración: Jesús. En él y a través de él podrás enfrentar cualquier desafío.
En Acción
Piensa en personas concretas que serán más felices conociendo el evangelio de Jesucristo. Ora por ellas. Preséntales a Jesús, especialmente en tus hechos y actitudes. Pídele a él sabiduría y oportunidades para llevarlas a sus pies.