22 de julio | TODOS

Un mensaje actual: ¡No busques grandeza!

«¿Y tú buscas para ti grandezas? ¡No las busques!, porque he aquí que yo traigo mal sobre todo ser viviente, ha dicho Jehová; pero a ti te daré la vida por botín en cualquier lugar adonde vayas» (Jer. 45: 5).

Las palabras de este texto fueron dirigidas por Jeremías a su secretario y escriba Baruc. Ambos trabajaron y sufrieron juntos en el ministerio. En cierta ocasión Baruc se sentía triste y lloraba por los peligros que corría su propia vida. El rey había ordenado apresarlo y asesinarlo (ver Jer. 36: 26) En su dolor, Baruc decía: «¡Ay de mí ahora!, porque ha añadido Jehová tristeza a mi dolor. Fatigado estoy de gemir, y no he hallado descanso» (45: 3)

Las palabras de Baruc tienen sentido cuando pensamos en las circunstancias que lo rodeaban. El mundo se desmoronaba sobre él y, aunque había sido protegido hasta aquel momento, la amenaza de muerte pendía sobre su cabeza. No había luz en el fondo del túnel y el futuro se veía más oscuro que nunca.

¿Te sientes así, por algún motivo? ¿Crees que tu mundo se cae a pedazos y que Dios se ha olvidado de ti? Si así es, y has reclamado al Señor, reflexiona en la respuesta divina a Baruc: «Yo destruyo a los que edifiqué y arranco a los que planté, esto es, a toda esta tierra, ¿y tú buscas para ti grandezas? ¡No las busques!» (45: 4-5).

Mientras vivamos en este mundo, sufriremos los efectos del pecado. El mal existe y los hijos de Dios no están libres de maldad. «Esto es, a toda la tierra», le dijo Dios a Baruc. Parte del dolor de este consistía en no haber alcanzado sus ambiciones personales. Como cualquier ser humano, había soñado con llegar a la cúspide, y al finalizar sus días se encontraba en el valle del dolor. Si hubiera elegido otro camino, estaría tal vez en las alturas del reconocimiento humano. Así pues, se sentía fracasado. Ignoraba que, en el reino de Dios, los aparentemente derrotados son los verdaderos vencedores.

En Acción

No te empeñes en ser el primero ni «el mejor». Sigue a Dios en todo momento y recuerda que Jesús dijo que «los últimos serán primeros y los primeros serán últimos» (Mat. 20: 16, NVI).