24 de julio | TODOS

Las misericordias de Jehová

«Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré» (Lam. 3: 22-24).

Baja por un caminito triste el cuerpo delgado de un leñador entre cerros viejos y sendas arrugadas. A lo lejos, montes, valles y abismos preñados de peligros. Aquí cerca, tierra sin vida aparente, matorrales lánguidos y sedientos. Desciende el anciano cantando las letras de un himno. «Oh, Dios eterno, tu misericordia, ni una sombra de duda tendrá; tu compasión y bondad nunca fallan, y por los siglos el mismo serás. ¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad! Cada momento la veo en mí. Nada me falta, pues todo provees. ¡Grande, Señor, es tu fidelidad!».

Jeremías pronunció las palabras del texto de cabecera en un momento de dolor y abatimiento. Se sentía triste y abandonado mientras escribía sus lamentaciones, pero de repente brilló la esperanza en su corazón. La fuente de su esperanza era Dios y su misericordia. En una magnífica expresión de fe en las inagotables misericordias de Dios, el profeta miró hacia el futuro distante, con esperanza. El panorama no había cambiado. La oscuridad seguía siendo densa. Los vientos contrarios soplaban con fuerza. Pero él ya no era la misma persona. Amaneció un nuevo día y se sintió lleno de valor para enfrentar las dificultades.

El valor de la esperanza no consiste en hacer desaparecer tus problemas, sino en darte fuerzas para enfrentarlos. Dios es fuente inagotable de misericordia y cada mañana te concede una nueva oportunidad para recomenzar. Cada mañana, desaparecen las tinieblas. Cada mañana, brilla el sol. Puedes no verlo por causa de la tormenta, pero el sol brilla allá arriba, esplendoroso y reluciente.

En Acción

Por sombríos que parezcan tus días, recuerda que cada mañana Dios está dispuesto a suplir tus necesidades. Sus provisiones son gotas maravillosas de gracia perdonadora y transformadora. ¡Levanta la cabeza y sigue adelante! Canta “Las misericordias de Jehová” (si es posible, con tu familia).